martes, 26 de junio de 2012

Las paradojas de la política homosexual en tiempos de derecha


Cristian Cabello (Chile)

* Texto leído en el Foro ¿Estamos conformes?: Chile y la diversidad sexual después de la ley Zamudio realizado en la Escuela de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y donde participaron Rolando Jiménez (Presidente y Fundador del Movilh), Claudio Alvarado (Abogado y Director de Contenidos IdeaPaís) y Cristián Cabello como representante de la Coordinadora Universitaria por la Disidencia Sexual (CUDS). La mesa se llevó a cabo el pasado 14 de junio de 2012. Texto publicado en http://www.disidenciasexual.cl

La paradoja es la siguiente: ¿cómo la homosexualidad perdió su estigma de enfermedad, vicio y alteridad siendo reconocida ahora por la política tradicional, abrazándose con el Estado y sus ministros sin problemas? Pero aún más, ¿cómo fue que la identidad política homosexual institucional aparece como algo positivo en el contexto de un Gobierno de derecha? ¿cómo el homosexual devino algo bueno para la política? Y, esto me interesa en gran medida como activista de la disidencia sexual, ¿cómo es que la identidad política de la mujer -feminista- en tanto lucha política sexual sigue siendo criminalizada y oscurecida por el espacio público-político a diferencia de lo que ha ocurrido con la identidad política homosexual cada vez menos incómoda? Finalmente, ¿por qué no se relacionan feminismos y políticas homosexuales?
La victoria de la política liberal es justamente esta: la individualización de sus políticas, el aislamiento de los grupos políticos entre sí, la departamentalización de los cuerpos políticos; es decir que cada uno marche en sus marchas - los días que le corresponda-, que cada uno luche para legitimar sus propios cuerpos, que cada uno tenga sus sedes y que por sobre todo, que cada grupo social presente al Estado sus exigencias y demandas que siempre deben ser distintas entre sí, pero muy identificables en su individualidad o identidad. Nunca, pero nunca deben confundirse entre sí.
Aquí también resalto un carácter importante de la política y su relación con las diferencias sexuales: la política excluye y rechaza lo sexual. “El ideal de lo cívico público de ciudadanía”, señala la teórica feminista Iris Marion Young, descansa “en una oposición entre razón, por un lado, y el cuerpo y el deseo por el otro” (1). Esta exclusión del deseo sexual caracteriza la política homosexual en un gobierno de derecha, a diferencia de un feminismo donde el cuerpo es el terreno mismo de la disputa. Se trata de parecer lo menos diferente y anormal posible, se trata de parecerse al UNO que genera el consenso. Sin duda la Fundación Iguales como organización de política homosexual en tiempos de derecha, es un caso paradigmático para comprender cómo la política homosexual se aproxima a “la política” tradicional dominada por hombres heterosexuales y blancos.
Los discursos que apelan a la “diversidad” como modelo de la integración son también rápidamente apropiados por un liberalismo universalista. No tienen ninguna politicidad en sí mismos, más que gestionar un campo virtual donde las identidades subalternas se reúnen: negros, mapuches, gays, mujeres, pueden convivir más como valor patrimonial de unas identidades reconocidas, que como un conjunto de políticas que se enlazan y comunican para producir transformaciones culturales. Supuestamente la diversidad habla de todo pero en realidad y específicamente no habla de nada, hace desaparecer las diferencias en su montaje cultural. La diversidad es el modo de ordenar los disturbios políticos. Uno de los directores de la Fundación Iguales -que busca defender los derechos de homosexuales- señaló luego del ataque a Daniel Zamudio que la política homosexual no se trata:
“solamente de la tolerancia y del respeto por la diversidad sexual, es por la diversidad en general, Nosotros tenemos una mesa de coordinación con la comunidad judía, con organizaciones de personas del extranjero, mapuches, y la discriminación está latente en todos los sectores”(2).
Existe entonces un borramiento de lo sexual, de lo que define a una identidad particular minoritaria homosexual, donde se opta por un concepto más universal como “diversidad” a secas, para evitar lo problemático y ambiguo para la política como sería esa diferencia sexual. Precisamente el desplazamiento que ha generado Fundación Iguales es escabullirse de la noventera política de “minorías”, una política que siempre sonó distante y demasiado resentida ya que en sí misma marcaba una diferencia incómoda, y que culturalmente no tiene ninguna relación con el perfil profesional de clase alta y homosexual que lidera la política homosexual de la Fundación dirigida por Pablo Simonetti. Lo minoritario, se volvió ahora exigencia de “igualdad”, eso que era margen se volvió mayoritario.
La paradoja de la política homosexual liberal se ilustra también en sucesos políticos donde la “libertad de expresión” -discurso ligado a los derechos humanos de los cuales depende la homosexualidad- se pone en disputa. No basta con buscar una “libertad” de expresión, un lugar con identidades políticas para expresarse, no basta encontrar un lugar en la política. Recordemos los recientes casos donde las estéticas fascistas y derechistas se han tomado el espacio público (como el homenaje a Krasnoff y el reciente homenaje a Pinochet) donde paradójicamente un grupo de modo inesperado se apropia del discurso de la tolerancia, el respeto y la libertad de expresión -el mismo discurso que ocupa la política homosexual- ¿hay un grupo con más derecho de ocupar esta estética enunciativa? ¿Pertenece más a un grupo que a otro este tipo de narrativa política? A diferencia de Mireya García, presidenta de la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos, quien a propósito del Homenaje a Pinochet afirmó que la libertad de expresión tiene sus límites, durante el gobierno de derecha, es decir fuera del consenso político concertacionista, la libertad de expresión es un discurso que muestra por si sólo sus límites en procesos de conflicto político, ya que la libertad liberal distorsiona la libertad como un espacio individual de expresión que no reconoce jerarquías entre sí. Un pinochetista, un gay, un mapuche, una mujer, no son sólo identidades que quepan en la categoría “diversidad” sino que entre sí poseen jerarquías y potenciales de poder distintos entre sí. Cabe preguntarse ¿Son los discursos de la tolerancia y la libertad de expresión estéticas derechistas o más bien son simplemente un modo útil de neutralizar lo político? Justamente la política ultraderecha ocupa el discurso de la libertad de expresión para atenuar lo conflictivo de su política, incluso lo inhumano que hay en ella. El mismo uso performático tienen los discursos de la libertad de expresión en el caso de la política homosexual donde se neutraliza lo problemático sexual para la política heterosexual-masculina, que excluye todas esas prácticas sexuales, modos de vivir erráticos, conflictos y múltiples prácticas más allá de lo monogámico o familiar que se puede abrir con lo no-heterosexual.
Es necesario pensar radicalmente la política identitaria, comprender que la política homosexual no pertenece sólo y exclusivamente a homosexuales. Quizás este sea el éxito aparente que han tenido las políticas de la Fundación Iguales que ha logrado salir del tópico homosexual, por una idea fuera de lo homosexual, donde llaman a participar de actividades a favor de homosexuales, pero llamando también a heterosexuales, pero por sobretodo a la familia, ya no hay queja, ni resistencia, sino un abogar por el valor de la familia: ¿qué tiene de conflictivo esto? La política de tolerancia que está en el ADN homosexual impide pensar al homosexual como un sujeto complejamente político, sino que sólo busca adecuarse positivamente en el espacio privado de su hogar o familia. El problema de Iguales es que despolitiza lo sexual, lo borra más que ninguna otra política homosexual, es política sexual sin sexo, lo que es sin duda propio de una política más cercana a una cultura religiosa-liberal, que a una cultura política que abogue por hacer aparecer conflictos culturales. El problema de Fundación Iguales es que desplaza la insistencia por lo homosexual, poniendo en un primer plano ya no lo sexual, sino un orden familiar, un ideal de ciudadanía donde el homosexual sólo espera la ayuda y protección del otro y donde abundan discursos de cuidado con lo homosexual, discursos de un cuerpo gay sano o lo que llamo la “buena vida” que quieren los gays, ya que insisten en pedir familia, pero para pensar eso, primero necesito tener una casa y ojala una nana para cobijar una familia.
¿Qué debates o transformaciones del valor cultural de lo homosexual han ocurrido en la política? Es preocupante que ahora todos tengan un amigo homosexual, que el homosexual devenga simplemente un signo positivo para sentirnos mejores, para ser “una mejor sociedad” ¿es el gay ahora un signo de diferencia positiva? Y, esta me parece una pregunta necesaria y ausente, ¿qué nos entrega la identidad homosexual en el contexto de derecha que produce una “mejor” sociedad? El valor positivo no está en la identidad homosexual, no es el homosexual el “mejor” sujeto, considero que esta integración del homosexual en derecha, ayuda más a la política heterosexual liberal que aparece como la protectora de los desvalidos.
Todas la identidades personales están enraizadas en contextos colectivos culturalmente determinados”(3)-señala Jorge Larraín-, sin embargo la producción de la identidad homosexual parece no tener un contexto con densidad cultural, tan sólo una historia de victimización que constituye su narrativa política. Hay un conflicto en la comprensión de la identidad sin o lejos de la diferencia y que la política homosexual entiende principalmente como la búsqueda de la dignidad humana, ser “mejores” personas, es decir, donde el homosexual liberal busca sólo su dignidad y estatus, donde buscan un modo correcto de representar su identidad, quizás por esto es incapaz de relacionarse con otras identidades marginadas de la sociedad, quizás por esto la homosexualidad política no tiene marcas de clase, de este modo consideramos la política homosexual como una política sin política o despolitizada debido a su falta de conflictividad y articulación con otros sujetos políticos. El concepto de dignidad y conservación de un sí mismo, contrasta con un concepto como diferencia más abierto y complejo, y el cual el feminismo contemporáneo entiende  no como “la diferencia natural o históricamente dada [no se reduce a lo biológico], sino a un proyecto de final abierto que debe construirse- [y que] puede ofrecerles también a las mujeres [y homosexuales] la posibilidad de pensar en todas sus otras diferencias”(4).
Finalmente ¿por qué la política sexual del homosexual que se quiere casar, sentirse como igual, avergonzándose de su diferencia, pasa a ser amiga de la política liberal a diferencia de una política sexual feminista donde las mujeres abortistas siguen siendo criminalizadas por el Estado? ¿por qué el homosexual que era condenado por sus prácticas sexuales no-reproductivas, pasa a ser más positivo que una mujer que aborta? Al parecer a la política liberal no le interesa qué hace con su cuerpo el gay, a diferencia del control sobre las mujeres. Tanto feminismo como política homosexual podrían compartir una crítica común a un sistema heterosexual, pro-familia, donde culturalmente se instalan ciertos modos morales de comprender la sexualidad. ¿por qué el homosexual debe sólo luchar por cuidar su espacio privado, para asegurar su familia y para proteger su identidad? Es fundamental producir una política sexual radical no basada en identidades que el liberalismo separa y segmenta en grupos aparte, es urgente que la política homosexual exija y luche por la libertad los cuerpos, más allá de su identidad.
NOTAS
(1) YOUNG, Iris Marion (1998) “Imparcialidad y lo cívico-público. Algunas implicaciones de las críticas feministas a la teoría moral y política”, pág. 445-469. En La democracia en sus textos, Rafael del Águila Tijerina (edit.), Editorial Alianza.
(2) Entrevista a Andrés Soffia, director ejecutivo de la Fundación Iguales. Radio Cooperativa, 28 de Marzo. http://www.cooperativa.cl/fundacion-iguales-faltan-politicas-publicas-para-que-qaceptemos-la-diversidad/prontus_nots/2012-03-28/200355.html
(3) Jorge Larraín. Identidad Chilena. Editorial Lom, 2001, pág. 21-48.
(4) BRAIDOTTI, Rosi (2000) Sujetos Nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoría feminista contemporánea. Editorial Paidòs, Buenos Aires. Pág. 123.

martes, 12 de junio de 2012

Amistosas reflexiones sobre la crisis actual. Texto pedagógico


Amistosas reflexiones sobre la crisis actual. Texto pedagógico

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ANTONIO NEGRI
1. Los hombres por los cuales siento cierta simpatía han luchado en Europa durante el siglo XX en torno a tres objetivos: contra el fascismo, por el socialismo; contra el estado-nación, por una Europa unida; contra la guerra, por la paz. Los dos primeros objetivos parecen estar fuertemente empañados en la crisis actual, mientras que las luchas que se desarrollan en torno a ellos aparecen con resultado incierto –y los resultados de las ya desarrolladas, olvidadas o en crisis. En cuanto a la paz, aún permanece, pero muy insegura.
2. El socialismo se afirmó en Rusia en 1917. Su victoria local y expansión ideológica originaron el cerco de la URSS por parte de las potencias occidentales provocando primero, los fascismos (en Italia, en Alemania, en España, etc… ) y después la guerra fría, para mantener su aislamiento. Ni siquiera la gran crisis del 29 consiguió debilitar esta política de las elites capitalistas y liberales. Más bien aceptaron el keynesianismo como una política de contención “reformista” de las luchas y de la expansión política del socialismo. Ya a finales de los años 30, y de nuevo tras los 70, cada vez que el “reformismo” se afirmaba y alcanzaba objetivos importantes, las elites capitalistas repetían experimentos reaccionarios, optando unas veces por la represión, otras por la guerra (ya sea caliente o fría). Tras la segunda guerra mundial los gobiernos, obligados a abandonar los imperios coloniales y a transferir la soberanía imperial a los Estados, combinaron de forma diversa sus políticas internas, bien en sentido reaccionario, bien en sentido reformista: el fin fue siempre el de ganar la guerra fría. El odio antisocialista estaba por encima de cualquier otro objetivo. Como la Iglesia del tardo Renacimiento contra las revueltas campesinas y anabaptistas, así actuaban los Estados capitalistas contra los trabajadores y el socialismo – mientras cedían al mismo tiempo su poder al imperio americano.
3. Sabemos que el socialismo soviético no perdió su batalla por los golpes del adversario liberal sino porque, no consiguió suscitar desde el inicio un movimiento triunfante en Europa; ni fue capaz, finalmente, de producir una continua transformación social y política a la medida de la potencia productiva que expresaba. No es la primera vez que Hércules siendo niño es ahogado en su cuna por la serpiente. Pero volvamos a lo nuestro. Tras el 17, soviéticos y liberales europeos comprendieron que aquí en Europa en el tejido social que lo había generado tenía lugar la batalla por el éxito del socialismo. Entonces, en los años 20 y 30, el fascismo y las expresiones más extremas de los distintos nacionalismos se opusieron al socialismo. Después de la segunda guerra mundial la burguesía europea finge izar las banderas de la paz y de la Unión que hasta entonces habían sido arrastradas por el fango. El ideal de una Europa unida se embandera contra la URSS. La potencia imperial americana demanda el proceso de unificación europea exclusivamente en clave antisoviética. Pero cuando Europa, después de 1989, comienza a constituirse de manera independiente, desarrollando una potente economía y un modelo social autónomo, imponiendo su propia moneda y presentándose así como un competidor y una alternativa a los EE.UU. en el mercado mundial, entonces los estadounidenses se posicionan contra la unidad europea.  Se abre sobre el terreno europeo la lucha de clases, entre la clase capitalista recompuesta a nivel global y las multitudes europeas: una lucha fría pero decisiva, suficiente para dar aire a la profundísima crisis económica y social actual. Esta crisis, la actual, que surge de la fallida solución de la crisis precedente del 2008-2009, se construye y se lanza contra la unión política de Europa. Castigada por esta crisis, Europa no encuentra, o no puede encontrar, soluciones o alternativas dentro del orden neoliberal. Los EE.UU. – ante la pérdida de su hegemonía– la reducien al silencio para no verse involucrados ellos mismos en nuevos antagonismos imperiales.
4. Más allá de los estados-nación, la clase capitalista se ha recompuesto a nivel mundial en la crisis. Y es a nivel mundial que, explotando las nuevas tecnologías, ha puesto en funcionamiento un nuevo proceso de “acumulación originaria” sobre la base de la transformación postindustrial del trabajo, que deviene cada vez más en “trabajo cognitivo”. Esta acumulación se produce, por lo tanto, a partir de la privatización y de la organización productiva del General Intellect. Entiendo por General Intellect el conjunto de la fuerza de trabajo cognitiva que ha sustituido, en la producción de plusvalor, a la clase obrera industrial, ahora explotada sobre todo el terreno social. El capitalismo mismo se modifica de manera fundamental: son las finanzas las que recomponen ahora, a nivel mundial, el comando del capital. La banca y las finanzas dominan hoy sobre los emprendedores e innovadores industriales: la renta sustituye al beneficio. Los procesos productivos son transformados y a la producción fordista, en la fábrica, se superpone la organización postfordista de la explotación sobre toda la sociedad y la captación del plusvalor (socialmente producido) a través de mecanismos financieros. Sobre esta profunda transformación de la acumulación capitalista se perfila también una nueva práctica política: la governance neoliberal. Con ella las élites capitalistas pretenden, por un lado, destruir el Welfare State de la clase obrera industrial, al que consideran hoy un cuerpo extraño, el residuo de un soviet en su propia casa; por otro lado, el capital intenta organizar la explotación de la sociedad entera, sometiendo a su dominio la vida de las personas y quiere, en cuanto “biopoder” dominar todo movimiento biopolítico. Así, a través de sucesivas crisis fiscales se demuelen las relaciones de fuerza entre las clases sociales que  caracterizaban a la sociedad fordista, atacando el relativo progreso económico y las estructuras constitucionales que dentro de cada estado-nación europeo habían garantizado, tras la segunda guerra mundial, la paz social y un cierto reformismo político. En estas condiciones, al interior de la crisis, la unidad europea –cuyo ideal y cuyas primeras logros habían facilitado el bienestar y un cierto equilibrio continental –no sólo es atacada violentamente, sino que se ve completamente sobredeterminada por una voluntad de poder capitalista reorganizada ahora a nivel global, que no soporta ya las resistencias que aún se organizan en los antiguos Estados soberanos.
5. Es oportuno reconocer que la resistencia no puede darse sino a nivel global, mundial. Y es aquí, ahora, cuando la paz está en peligro. El interés capitalista busca impedir todo flujo de iniciativas subversivas que, de alguna manera, corren el riesgo de extenderse sobre los grandes espacios geográficos continentales. El interés de los oprimidos es, a su vez, el de organizar la resistencia y el antagonismo a nivel global. La súbita derrota de los EE.UU. en América Latina se ha revelado importante pero no decisiva. En Asia y en Extremo Oriente las tensiones sociales y políticas, parecen, por el momento, contenidas dentro del enorme retraso de desarrollo y de los equilibrios económicos. África está todavía en los inicios de una nueva gran pugna por la explotación de sus territorios que pronto se abrirá, aunque no se sabe cuándo. La gran zona en crisis es, en cambio, la que va del Atlántico a los países árabes cruzando el Mediterráneo: aquí es donde la paz está en peligro. Y es aquí donde la especificidad de la cultura y el desarrollo europeos han entrado en una crisis probablemente definitiva. La sucesión de los esfuerzos y las derrotas militares en las guerras globales, la extinción inútil de las llamados a las Cruzadas, que tanto resonaron en los años 90 y luego, han mostrado simplemente la miseria y la impotencia de las políticas puestas en juego por la clase política capitalista euro-americana. Solo una radical transformación de las élites, solo la generalización y la adhesión al proyecto de unidad europea de las multitudes permitiría modificar esta situación, y, quizás, dar a las clases trabajadoras europeas la posibilidad de renovar un proyecto socialista potente –fue en Europa donde nació el socialismo. Hasta ahora no han tenido éxito: todo movimiento ha sido sofocado por el capital. Pero, en estos últimos años, las nuevas generaciones han empezado a moverse, a luchar contra las nuevas formas de miseria, de precariedad, de pobreza a las que han sido sometidas. Indignadas, las nuevas generaciones se levantan, practicando nuevas figuras de insubordinación y de lucha. Esta vez el joven Hércules puede acabar con la serpiente.
6. Relanzando el proyecto europeo por parte de la izquierda, insistimos en el hecho de que para mantener la paz es necesario de nuevo crear y asegurar el bienestar. Nos preguntamos si el capital puede todavía hacerlo. La respuesta no puede ser sino negativa. Efectivamente al emprendedor lo ha sustituido actualmente el capitalista financiero; al beneficio, la renta; a la fábrica, la banca: funciones y comportamientos parasitarios se multiplican. Las crisis se suceden porque no hay ya medida alguna de valorización y porque, en consecuencia, la especulación se convierte en la única forma de acumulación. Pero si el capitalista es hoy ajeno a la organización de la sociedad, si ha perdido la dignidad consistente en organizar el trabajo, en anticipar el capital constante y hacer inteligentes a los mercados bajo su comando – ¿cómo podrá ya crear y garantizar bienestar y progreso? Nos parece que esta síntesis de bienestar y progreso solo puede ser construida actualmente por la “nueva” fuerza de trabajo, por aquella fuerza de trabajo que, en tanto cognitiva, puede autónomamente tomar en sus manos la producción misma. La que trabaja a través de lenguajes, conocimientos, afectos –la que produce poniendo en común el saber y agregando elementos singulares de comunicación. Así se produce hoy la excedencia, la riqueza, que se llamaba plusvalor. Pero, preguntémonos: ¿no sería más adecuado  llamar “común”, este producir “juntos” conocimientos, códigos, informaciones, afectos? Cuando hablamos de “común” no se habla efectivamente solo de aquella riqueza ya disponible en la naturaleza (como el aire, el agua, los frutos de la tierra y todos los otros dones de la propia naturaleza) sino que hablamos especialmente de las nuevas formas de producción de riqueza, de la actual composición social y política de las fuerzas inmateriales del trabajo y de la potencia viva de la subjetividad. Es a esta potencia a la que el capital trata hoy de aplicar su instinto vampírico. A las potencias del común, sin las cuales no es posible la riqueza en nuestra época.
7. ¿Qué puede significar hoy construir un soviet, es decir, llevar la lucha, la fuerza subversiva, la multitud, el “común” dentro (y contra) de la nueva realidad y de las nuevas organizaciones totalitarias del dinero y de las finanzas? Para responder a esta cuestión es necesario tener presente que el capital no es un Moloch, sino, más bien, una “relación de fuerzas” entre quien comanda y quien resiste, entre quien explota y quien produce. La multitud no es simplemente explotada, ella propone a nivel social su autonomía y su resistencia. Sobre esta relación se determina la crisis, es decir, el debilitamiento y/o la ruptura de la relación capitalista. La crisis actual se debe a la necesidad capitalista por impedir que la presión sobre los ingresos rompa las relaciones de dominio, para mantener el orden, primero, multiplicando sin medida alguna la cantidad de dinero para gastar, con el único propósito de tener contentos a los proletarios del conocimiento, y luego, (una vez que la situación empeore y la competencia sea insoportable) reclamándoles la restitución de lo que habían justamente conseguido, exigiéndoles “pagar la deuda” –bajo la amenaza de la miseria y de la vergüenza. Se puede reconocer aquí que la financiarización no es una desviación improductiva y parasitaria de cuotas crecientes de plusvalor y de ahorro colectivo, sino que es la forma misma de la acumulación, es decir de la explotación, operada por el capital en el interior de los nuevos procesos de producción cognitiva y social del valor. Es sobre este terreno que los costes de reproducción de la fuerza de trabajo, del trabajo necesario (es decir, de su educación, de sus formas de vida, de la nueva organización social) y, naturalmente también, de las luchas obreras, han hecho fracasar la acumulación de capital y por tanto la ruptura de la relación de la explotación a nivel social. Esto ha ocurrido porque las condiciones de valorización del trabajo sobre la base cognitiva y biopolítica son hoy, como decimos, “comunes” mientras que la acumulación no solo es “privada” sino que se basa en tecnologías y políticas administrativas que, al no conseguir destruir la “potencia común” de la producción, la esclavizan –haciendo caso omiso de sus derechos y su poder. ¿Cómo se sale de una crisis de este tipo? Solo a través de una revolución social. Cualquier New Deal que se proponga solo puede consistir en construir nuevos derechos de “propiedad social” de los “bienes comunes”. Un derecho que evidentemente se contrapone al derecho de la propiedad privada y a sus garantías públicas. En otras palabras, si hasta hoy el acceso a un “bien común” ha tomado la forma de una  “débito privado”, de hoy en adelante es legítimo reivindicar el mismo derecho bajo la forma de una “renta social”, de lo “común”. Reconocer estos derechos comunes es la única vía para salir de la crisis. Para reconstruir –a través del trabajo de toda la sociedad– el progreso y, por tanto, la esperanza de paz. La revolución en Europa es el paso necesario para afirmar la hegemonía del común y construir la unidad de los países más bella y más inteligente que la historia humana haya conocido.
* Lección impartida en la Universidad de Oxford, en el Museo Ashmolean, el 12 de mayo de 2012.
Publicada en http://uninomade.org/riflessioni-amichevoli-nella-crisi-attuale/
Traducción: César Altamira

Manifiesto Uninômade +10 /Tatu or not Tatu


Manifiesto Uninômade +10 /Tatu or not Tatu
            La palabra revolución ha vuelto a circular. En las calles, las plazas, a través de Internet, e incluso en las páginas de los periódicos, que la miran con temor. Pero sobre todo, en nuestras almas y cuerpos. Del mismo modo, la palabra capitalismo salió de su invisibilidad: ya no domina como dominaba. Estamos presenciando el final de un ciclo— el ciclo neoliberal implementado desde los años 80, cuyo ápice se produjo con la caída del Muro de Berlín y el consenso mundial sobre la expansión global del mercado. Muchos de nosotros (especialmente los jóvenes) vivimos el primer desplazamiento masivo de las placas tectónicas de la historia.
            Sin embargo, nuestra época no es sólo el crepúsculo. Al final de un ciclo se abren amplias oportunidades, y a nosotros nos corresponde transforma la crisis de la representación en el capitalismo cognitivo en nuevas formas de democracia absoluta. Más allá del ámbito formal de los estados y nacionalidades. Más allá del capitalismo financiero y flexible. Dondequiera que brille nuestra singularidad común: mujeres, negros, indios, amarillos, los pobres, los explotados, los precarios, Haití, Bolivia, el inmigrante, el ocupante ilegal, los trabajadores intelectuales y manuales. No se trata de una enumeración de los excluidos, pero si se trata de una nueva inclusión híbrida. La tierra, en fin, lo nuestro. Nosotros, los que somos producidos por esta lluvia, por esta precipitación del encuentro de las singularidades en nos hacemos divinos en la tierra.
            Es el grito de la multitud en Grecia, España y de los Occupy de todo Estados Unidos, es la afirmación de las radicalidades en la primavera árabe presentes, situada más allá gente de la racionalidad occidental. Es un mismo arco el que une la primavera árabe, las luchas de los estudiantes de Chile y la radicalización de las luchas por la democracia en Brasil. Nuestras diferencias son lo que nos hacen fuertes.
            La lucha por el mestizaje racial, simbólica, cultural y financiera pasa a la materialidad de la vida cotidiana, la afirmación de una larga marcha que una nuestra potencia de éxodo a nuestra potencia constituyente. El acontecimiento es el nombre que nos inspira en un éxodo perpetuo de las formas de explotación. Éxodo en la tierra. Lealtad a la tierra. Tatu or not tatu.
            Tenemos que escuchar a ese deseo en nosotros que va más allá de la vida y la conservación: más allá del gran terror de una vida de mierda que impone un estado de extrema precariedad y  desafiliación. Es `preciso reinsuflar el grito que nos fue robado en la noche,  resistir a los clichés de lo que somos, y de lo que quieren hacer de nosotros, más allá de nuestras líneas de una subjetividad suspendida entre el excedente de lujo del 1% o el de la basura superflua del 99%.
            Es necesario no precisar ninguna otra cosa, solo nuestro coraje, nuestra inteligencia y nuestros cuerpos, que ahora se extienden en redes de conocimiento común que apuntan a nuestra autonomía. Somos más grandes de lo que pensamos y lo deseamos todo. No estamos solos! Tenemos que resistir con la alegría, algo que el poder dominante de la melancolía no es capaz de robarnos. Cuando el sujeto deja de ser mero consumidor pasivo se vuelve un productor de ecologías. Un conjunto de voces hablan a través de nosotros, porque la crisis no es sólo del capital, sino de la vida. Una profunda crisis de la antropológica. Se manifiesta en el vaciado de los cuerpos constreñidos, avergonzados, se refleja en las pantallas de los  televisores, sin la necesidad de expandirse para ganar las calles. Nuestros cuerpos se paraliza, tienen miedo, paranoia: el otro se convierte en el gran enemigo. No creamos nuevas formas de vida. Permanecemos en un estado de vidaMenosvida: trabajo, casa, tren, autobús, el trabajo, el hogar. La vida individual es una abstracción. Una vida sin afectividad compartida, donde la generación de lo común se hace imposible. Es necesario crear un desvio para vidaMasvida: la supervivencia, supervida, sobrevida. Una pausa para sentirse parte del acontecimiento, que es la vida. Somos singularidades cooperativas. Nosotros pertenecemos a una esfera que nos atraviesa y construye a cada momento.
            El capitalismo cognitivo y financiero establece un perpetuo estado de excepción, que continuamente busca reintegrar y modular en la normalidad a la diferencia: Ley y desorden coinciden dentro de una conservación de las desigualdades que produce y reproduce las identidades del poder: "precario", sin derechos, inmigrante "ilegal", el "viejo" abandonado, "Trabajador" obediente, "mujer" sometida, la "novia" dócil, el "Negro" criminalizado y, por último, el "depresivo", medicado. Las vidas de los pobres y excluidos pasan a ser movilizadas en cuanto tales. Al mismo tiempo que deben generar valor económico, deben mantenerse políticamente impotentes.
            Los pobres y los locos. Los pobres—figura ahora híbrida  y modulada de inclusión y exclusión en la cadena del capital —sigue siendo en la vida bruta,  que sigue utilizando su propio cuerpo como moneda de cambio. Y el loco, esta figura que vive fuera de la historia, "escoge" la exclusión. Ese sujeto se niega a producir,  a vivir en ninguna parte. Cuando el tema de la exclusión y la inclusión se diluye en el delirio. Nadie delira solo, delira con el mundo. Estos dos personajes viven y sobreviven en los márgenes, pero el margen se desbordó y se volvió el centro. El capital en su búsqueda de dar valor a la subjetividad y a  las formas de vida de los márgenes, y el poder de no dar ganancia, viene a componer el síntoma del capital: la crisis de la ley del valor, el capitalismo cognitivo como una crisis del capitalismo.
La crisis subprime de los contratos en el año 2007, se extiende a la crisis de la deuda soberana europea, ya que no hay dudas: la forma actual de gobierno es la crisis perpetua, pasó como un sacrificio a los vínculos más débiles del arco social. Recortes de austeridad, el desmantelamiento del bienestar, la xenofobia, el racismo. Detrás de los trajes grises de los tecnócratas post-ideológicos resurgen las viejas banderas del biopoder: el dinero vuelve a tener rostro, color, y no les faltan ideas sobre cómo gobernar, " alabado sea el mercado", "In God we Trust". El discurso neutro de la racionalidad económica está obligado a mostrarse en público, llamando a todo el mundo a plegarse a los nuevos consensos, sin respetar más la formalidad de la democracia parlamentaria. Este es el homo economicus: el sacrificio, la nación, el trabajo, el capital! Es contra este estado de sitio que las redes y las calles se levantan. En movilizaciones auto convocadas en redes, acampadas en las plazas, la excepción se presenta como la creatividad de las singularidades comunes, que cooperan entre si.
            En Brasil hay muchos que todavía se sienten protegidos frente a la crisis mundial. El consenso (neo) desarrollista producido en torno al crecimiento económico y al desarrollo de una nueva clase media consumista crea barreras artificiales que distorsionan nuestra visión de la topología de la crisis: la crisis del capitalismo global es, a la vez, la crisis del capitalismo en brasileño. No nos interesa que Brasil pueda enseñar al mundo, junto a China, una nueva edad de capitalismo autoritario basado en el acuerdo de los estados y las grandes corporaciones!
            El gobierno de Lula, a partir de las cuotas, del Prouni, la política cultural (cultura viva, puntos de cultura) y la distribución del ingreso (los programas sociales, las asignaciones familiares, valorización del salario mínimo) puede señalar, en su polivalencia característica, a algo que muchos reivindican hoy en el mundo: una nueva izquierda, más allá de los partidos y los Estados (sin eliminarlos). Una izquierda que se inflame al calor de los movimientos constituyentes que nacen de las luchas, e invierta el Estado y el mercado en nombre del comun. Una izquierda que sólo puede acontecer "en  toda nuestra latino-amarga America ". Más que simples medidas de gobierno, estas políticas intersticiales de un acontecimiento histórico tienen un flujo mínimo: aquellos que vivirán y morirán por las transformaciones, los espectros de las revoluciones del pasado y el futuro convergirán en la construcción de nuestra incipiente emancipación educacional, racial, cultural y económica. Una nueva memoria y un nuevo futuro se constituirán en el presente que resistirá a la muerte simbólica de la historia perpetrada por el neoliberalismo. La popularidad de los gobiernos de Lula tuvieron como lastre esos intersticios donde la política se convirtió en una poética. Hoy en dia, en los porcentajes de aprobación de Dilma, podemos reconocer, fácilmente, también, deslavados colores de un consenso prosaico. El "país rico" ahora se pacifica en el mantra del desarrollo, retrocediendo en muchas de las políticas que se habían implementado. Volver a los viejos mandamientos progresistas: el crecimiento económico para redistribuir! Estado fuerte! Las nubes ideológicas viene cargadas de las aguas del gerencialismo, y del funcionalsimo tecnocrático: menos política, más eficiencia! De esta manera, se elimina y expropia a los pobres, ya sea en el nombre del  interés mayor del Brasil o del interes "público" (Belo Monte, Jirau,Vila Autodromo), o en nombre de un mercado en crecimiento y el interés "privado" (Pinheirinho TKCSA, Porto de Açu). Uniendose con estusiasmo a las ecuaciones del mercado, las retro excavadoras del progreso barren la suciedad avanzando en la construcción de un nuevo "País Rico (y) sin pobreza". Los pobres de los bosques, las formas de vida que sobreviven y persisten, se convierten en polvo. El desastre ambiental (de los bosques y las áreas metropolitanas) y cultural (de los indios y de los pobres) pacificando en el nombre del progreso. La dominación del hombre y la naturaleza se combinan en un pacto fáustico presidido por cualquier Mefistófeles, sin ninguna crisis de conciencia: ya somos el país del futuro!
            En la política del crecimiento exponencial, sólo se piensa en la electricidad y se olvida la democracia (los Soviets: Consejos). Por lo tanto, se gobierna de acuerdo con la lógica de hierro — autoridad única—de la racionalidad capitalista. El ataque  de los ingresos vergonzosos de los "banquiplenos", ese interés que va a engordar a los productores de automóviles, esas máquinas para la producción del individualismo sagrado, en nombre del trabajo moral. Por lo tanto, el progreso significa, de hecho, una regresión, la política de regresión autoritaria, como en la gestión de las revueltas de los trabajadores de las represas, regresión económica y biológica, que acontece como una expansión de las fronteras  agrícolas destruye las relaciones entre cultura y naturaleza de la vida urbana, con la eliminación de miles de personas pobres para dar paso a los mega-eventos, regresión de la cultura viva de la política en favor de la vieja oligarquía y de las nuevas industrias culturales. El progreso que nos interesa no contiene ninguna jerarquía de valores, es la transformación cualitativa concreta,    "culturmorfologia".
            Este es el imaginario moderno en que prevalece la dicotomía: cuerpo y alma, naturaleza y cultura, nosotros y los otros, cada mono en su rama! Estos conceptos dan lugar a una visión del mundo que distancia al hombre de la ecología y de sí mismo. Lo que se discute es la forma de vida en el planeta a partir de ahora. Debemos encontrar formas de conciliar esos mundos. Percibir otras configuraciones relacionales más móviles, activar las sensibilidades. Hacer de esta revolución un gran crisol creador del deseo de nuevas formas de cooperación y de los modos de intercambio, recombinar y componer nuevas prácticas y perspectivas: MUNDOS. Una mestizaje generalizado: nuestra cultura es nuestra economía y nuestro medio ambiente es nuestra cultura: tres ecologías!
            Las luchas de la primavera árabe, del 15M español, del Occupy Wall Street y del #ocupabrasil# claman por una transformación, el terreno común en que nos encontramos nos empuja más allá del estado de emergencia económica: una deuda infinita que trata de manipular a nuestros corazones y nos mantiene encadenados a los temores. La introducción de una deuda infinita con la transferencia permanente de los ingresos del 99% de los deudores al 1% de los acreedores. Ahora decimos, que debemos tomar una decisión sobre lo que nosotros queremos!
            La red Universidade Nômade se formó hace más de diez años, entre las movilizaciones de Seattle y Génova, los Foros Sociales Mundiales en Porto Alegre y la insurrección Argentina de 2001 contra el neoliberalismo. Fueron dos los momentos constituyentes: el manifiesto inicial que llamaba  a la  nomadización  de las relaciones de poder / saber, sobre la base de las luchas de los pre-universitario comunitarios para los negros y los pobres (a favor de la política de cuotas raciales y la democratización del acceso a la educación superior); el manifiesto de 2005 por la radicalización de la democracia. Hoy en día, la Universidade Nômade vuelve a acontecer: su Kairos (su aquí y ahora) es el de la crisis del capitalismo global. La epoca de la movilización de toda la vida dentro de la acumulación capitalista, el capitalismo se presenta como una crisis y la crisis como una expropiación de lo común, destrucción de la tierra común. Gobernanza de la vida: el desastre económico y ambiental es el acto de un control que debe separar la vida de si misma y oponer una presa los indios ribereños de la frontera de Belo Monte, el trabajo a los trabajadores, los megaeventos a los favelados y a los pobres en general, la deuda a los derechos, la cultura a la naturaleza. No hay aquí ningún determinismo, no hay crisis terminal. El capital no tiene límites, excepto aquellos que las luchas saben y pueden construir. La Red Universidade Nômade es un área de investigación y militancia, para examinar las brechas e intersticios donde se articulan las luchas que determinan esos límites al capital y abrir las posibilidades: para el reconocimiento de las dimensiones productivas de la vida a través de la renta universal, por la radicalización de la democracia a través de la producción de nuevas instituciones de lo común, más allá de la dialéctica entre lo público y privado, por el resurgimiento de la naturaleza como producción de la diferencia, como la lucha y la biopolítica de fabricación los cuerpos post-economicos. Cuerpos atravesados ​​por el canibalismo de los modernistas, las cosmologías amerindias, por los éxodos de los cimarrones, las luchas de los negros sin techo, sin tierra, pobres, indígenas, mujeres y piratas informáticos: para aquellos que esbozan otras formas de vida, más potentes, más vivas.
Traducción: Santiago Arcos para UniNomade-LA