“Edu-factory”: precarización
de la producción del conocimiento y alternativas1
Patrick
Cuninghame
(Profesor
de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, Ciudad de
México)
La
precarización de las trabajadoras y trabajadores manuales, administrativos y
académicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) fue, tal vez, la
causa principal de la huelga del SITUAM de este año. Sin embargo, el problema
quedó irresuelto y parece que este proceso va a continuar a provocar malestar y
tensión entre los trabajadores de esa
Universidad
hasta que se resuelva, probablemente, tras otra huelga o en la forma de
conflicto industrial, en un futuro no tan lejano. Pero, ¿qué es exactamente la
precarización en la universidad?, ¿cuáles son sus formas principales?, ¿cómo se
podría combatir de manera eficaz? En un intento por responder a estas
preguntas, la presente ponencia parte del preconcepto propuesto por la lista de
discusión internacional “Edu-factory”, en el sentido de que la universidad
pública se ha convertido en una “fábrica” privatizada, flexibilizada y
globalizada para la producción y difusión del conocimiento en la forma más
intensiva y competitiva posible, cada vez más ligada a las exigencias de la
iniciativa privada y del “mercado libre”. En cuanto a la investigación, la
universidad pública se vincula más estrechamente con las fundaciones y centros
de investigación del sector privado. Estos desarrollos son cruciales en la
transición actual del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo, que
Vercellone (2008) define como: “[…][U]n sistema de acumulación en que el valor
productivo de los profesionales y del trabajo científico se convierte en
dominante, y el juego central de la valorización del capital se relaciona
directamente con el control y transformación del conocimiento en mercancías
ficticias”.2 Como el sector de la educación superior es clave para
la creación de plusvalía en el capitalismo cognitivo, en el cual la producción
y difusión estratégica del conocimiento es central, se lleva a cabo hoy una
lucha crítica, tanto contra la privatización y transnacionalización de este
sector como contra la precarización de su fuerza de trabajo. Sin embargo,
debido a la naturaleza altamente flexibilizada, segmentada y jerarquizada de esta
fuerza de trabajo, dicho conflicto exige la invención de nuevas formas de lucha
que podrían ser más eficaces en crear y mantener la unidad necesaria para ganar
y para imponer una presión más efectiva sobre la administración de las
universidades públicas que la huelga extendida del movimiento sindical
histórico.
Antes
de entrar en el análisis de estos temas, se describen brevemente los objetivos
y puntos de debate de la lista internacional de discusión sobre la universidad,
“Edu-factory” (literalmente “fábrica de educación”), y que se define así:
Antes
fue la fábrica, ahora es la universidad. Donde una vez la fábrica era un sitio
paradigmático de la lucha entre los trabajadores y los capitalistas, ahora la
universidad es un espacio clave de conflicto, donde la propiedad del conocimiento,
la reproducción de la fuerza de trabajo, y la creación de estratificaciones sociales
y culturales están todas en juego. Es decir, la universidad no es solamente una
institución más, sujeta a controles soberanos y gubernamentales, sino un sitio
crucial, en el cual las luchas sociales más amplias se ganan o pierden (Edu-factory
Collective, 2006).
Por
supuesto, hay un sinfín de listas de discusión sobre la universidad pero creo
que ésta ha podido generar una teorización muy fecunda sobre los procesos de
cambio, crisis y conflicto que afectan a la universidad pública y su producción
y difusión jerarquizada del conocimiento. Por lo tanto, podría aportar al
análisis de la huelga del SITUAM y de la crisis en la educación superior en el
contexto local, nacional y global. En resumen, la lista surgió en el año 2006
como reacción por parte de una red global de académicos, investigadores,
estudiantes y activistas políticos y, principalmente, aunque no de manera
exclusiva, anglófonos (por ejemplo, han sido claves las intervenciones de
Argentina, China, Francia, India e Italia), a la difusión del modelo
angloamericano de la “universidad global corporativa” en sus dos versiones: la
universidad pública, reestructurada, parcialmente privatizada y obligada
legalmente por el Estado neoliberal a convertirse en una empresa del
conocimiento que privilegia los intereses de la iniciativa privada sobre las
necesidades de la sociedad y, por otra parte, el auge de la universidad privada
transnacional (como aquí la Universidad del Valle de México que, por cierto,
acaba de despedir 30 académicos que
intentaban
fundar un sindicato independiente) que ofrece licenciaturas rápidas y altamente
especializadas con el propósito de formar cuadros profesionales neoliberales e integrarlos
eficientemente en un mercado de trabajo inseguro, segmentado, competitivo y
exclusivo. Sin embargo, la lista ha tratado de evitar la trampa de ser
nostálgicamente defensiva del modelo pasado de la universidad pública
keynesiana como promotor de la cultura nacional y de la educación masiva:
[L]a
mercantilización y realización de una “universidad global” […] no son los resultados
de una imposición unilateral. Se trata de procesos basados en las relaciones
sociales. Es decir, las relaciones de fuerza. No es útil oponerse a este proceso
en nombre del pasado, porque nosotros hemos contribuido a la ruptura de ese
pasado. Por el contrario, tenemos que transformar estos procesos en un campo de
conflicto. Tenemos que enfrentar a estos procesos en una fase avanzada: este es
el problema (De Nicola y Roggero, 2008).
Más
bien ha tratado de identificar nuevas posibilidades para la resistencia, autonomía
y “éxodo”3 en medio de un escenario abrumador de crisis acelerada en
la educación superior pública, causada por los continuos recortes en su
presupuesto por el Estado neoliberal durante los últimos 30 años y, a su vez,
por la precarización estructural de los estudiantes (convertidos en
estudiantes-trabajadores con dos trabajos de tiempo completo), de los académicos
precarizados obligados a tener varios trabajos para poder sobrevivir (conocidos
en EEUU como freeway fliers, es decir,
“voladores de las autopistas”) y de los egresados enfrentados por décadas a
deudas en países como Estados Unidos e Inglaterra. Porque, finalmente, a pesar
de lo que aparece a primera vista como una situación completamente negativa, la
cultura del mercado libre y su intento de encerrar el conocimiento con patentes
exclusivas, derechos de autor que benefician más a las casas editoriales que a
los mismos autores y limitan el acceso al conocimiento, como “Internet Dos” a
entrada exclusiva, choca fuertemente con la cultura universitaria autónoma como
tiempo y espacio de lo común, de la producción, difusión e utilización del
conocimiento a través de la cooperación social.
Sin
duda, la universidad ha sido históricamente el lugar de la jerarquización de la
fuerza de trabajo y de la formación de élites profesionales, pero este choque
actual entre dos culturas institucionales, de manera profunda opuestas, deja
grietas y ambigüedades donde pueden florecer iniciativas sorprendentes, por
ejemplo, el auge reciente de las radios universitarias mexicanas como espacios
críticos, creativos, autogestionados y, a veces, abiertamente antagónicos al
poder estatal represivo, como sucedió en la Universidad de Oaxaca durante las
movilizaciones de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en el año
2006 y, por supuesto, la misma huelga del SITUAM, en fuerte contraposición a la
actual desmovilización del trabajo organizado en México y frente a las
iniciativas anti-obreras, como la de la Unión Europea en junio de este año,
para aumentar la semana laboral de 40 a 65 horas y criminalizar la inmigración
sin papeles.
Las tres figuras de la
precariedad
Antes
de considerar las distintas formas de precarización en la universidad, intentaré
llegar a una definición general de la precarización, desde la perspectiva de la
lista. El filósofo político neo-marxista italiano, Toni Negri –influencia
importante para algunos miembros de la lista–, acentúa las contradicciones y
ambigüedades de la condición de precariedad, que produce un actor heterogéneo
con una subjetividad ambivalente y difícil de organizar sindical o
políticamente en las formas tradicionales:
Obrero
precario es una definición sociológica o económica para referir, ante todo, a
una forma de salario. Se trata de un trabajador esencialmente móvil, flexible, que
ya no está ligado a un espacio determinado como tampoco a una estructura temporal
específica, la jornada laboral de ocho horas. Mientras, desde el punto de vista
salarial, del trabajador-masa fordista, a este trabajador flexible lo llamamos precario.
Estamos, en términos macroeconómicos, en una situación global, ya no nacional.
El inmigrante, por ejemplo, es fundamental dentro de esta figura del precario.
[…] por un lado, el trabajador precario está mal pagado y en una situación
inestable, pero, por otro, alguien puede preferir trabajar así. La figura del
precario es sobre todo la del trabajo femenino: hoy, ir a trabajar a la fábrica
o a la oficina puede significar no tener hijos, porque si tienes un hijo te
echan. Entonces, el trabajador precario es, por ejemplo, una mujer que prefiere
quedarse en su casa y trabajar allí según sus tiempos (Negri, 2007).
Así,
en términos muy elementales, se puede decir que hay tres formas de la
precarización y tres figuras precarias principales:
1)
la precarización manual, que ha visto la eliminación de los más básicos
derechos de trabajo, y está representada en la figura de la joven trabajadora
de la maquiladora en México;
2)
la precarización intelectual del “cognitariado”, la nueva clase obrera del
“capitalismo cognitivo” que trabaja sobre todo con su cerebro en lo que
Lazzarato y Negri (1991) llaman el “trabajo inmaterial”, especialmente el
trabajo con base en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC);
3)
la figura que queda abajo de la pirámide de la precarización, el inmigrante; la
forma y figura más precaria de todas, por lo menos a su llegada clandestina a EEUU,
la Unión Europea o Japón, un tipo de neo-esclavo, criminalizado e
invisibilizado. Pero se ha visto que esta definición tripartita es problemática
porque muchas veces pueden ser las tres figuras precarias o ninguna de ellas o
existir alguna combinación entre precario manual, intelectual e inmigrante
(categoría que incluye la migración interna dentro de un país).
Finalmente,
esta definición ignora la figura más precaria de todas, la mujer de la clase
obrera, que podría ser, junto con las tres figuras precarias anteriores, un ama
de casa o una trabajadora sexual, quien se especializa en el trabajo afectivo;
la forma de trabajo más rentable para el neo-capitalismo, según la teoría del
trabajo inmaterial-afectivo de Negri, pero la peor pagada de todas o muchas
veces no se paga, como el trabajo doméstico, o se labora bajo condiciones
peligrosas y estigmatizadas, como el caso de las sexoservidoras. Por tanto,
necesitamos una definición más sofisticada de un fenómeno de por sí mucho más
complejo de lo que podría aparecer a primera vista, según un grupo informal de
trabajadoras informales y activistas políticas de Madrid, “Precarias a la
Deriva” (2008):
En
general, en el terreno laboral, las tipologías [de precariedad] más útiles tratan
de pensar estas distintas posiciones desde el punto de vista de las expresiones
de malestar y rebelión. De este modo, podemos ver que, en puestos de trabajo
con un contenido repetitivo (las ventas por teléfono, trabajo de limpieza, maquiladoras
de textiles), la implicación subjetiva con la tarea realizada es cero y esto da
lugar a formas de conflicto de puro rechazo: ausentismo generalizado, deserción,
sabotaje... Por otro lado, en trabajos donde el contenido es de tipo profesional
(de enfermería a la informática, del trabajo social a la investigación) y, como
tal, la implicación subjetiva con la tarea realizada es alta, el conflicto se
expresa como crítica: de la organización del trabajo, de la lógica que se le
articula, de los fines hacia los cuales se le ha estructurado... Por último, en
aquellos trabajos donde el contenido está directamente invisibilizado y/o estigmatizado
(los ejemplos más paradigmáticos son el trabajo de limpieza, cuidados en el
hogar y el trabajo sexual, especialmente –aunque no solamente– la prostitución
callejera), el conflicto se manifiesta como una exigencia de la dignidad y el
reconocimiento del valor social de lo que se hace. […] Sin embargo, una y otra
tipología comparte un mismo problema: la ubicación del punto de vista exclusivo
en el terreno laboral convierte nuestro punto de vista en miope a las
conflictos micros y macros que se dan en y contra la precarización de la
existencia en el paso entre el trabajo y el no trabajo, generando corto circuitos
en el intrincado sistema de conexiones de la sociedad red.
Formas de precarización en
la universidad
Ahora,
volviendo a la cuestión principal de la precarización del trabajo en la
universidad, se ha identificado a este proceso como uno de los aspectos
centrales de la evolución o, más bien, involución actual de la universidad
global neoliberal del modelo angloamericano, posfordista o “post-estado
benefactor”, como lo llama Williams (2006) en referencia a
la
comercialización de lo que fue una vez la “universidad del estado benefactor” (welfare state university) en Estados
Unidos desde 1980:
[L]a
universidad fue parte de la desfinanciación (defunding) estratégica del estado de bienestar desde la era de
Reagan en adelante, y las universidades han llegado a funcionar más como
entidades privadas autónomas que públicas subvencionadas. […] Destacan tres, en
particular, como salidas del modelo del estado de bienestar. En primer lugar,
la producción de bienes directamente comercializables (aunque se llaman
“saberes”), […] que permite a las universidades mantener las patentes y, por lo
tanto, sacar provecho de ellas. […] En segundo lugar, el aumento exponencial
del costo de las colegiaturas lleva a ver a la educación superior como un
servicio más que requiere consumidores. […] Y en tercer lugar, la precarización
del trabajo, en gran parte mediante el uso de profesores temporales, que ahora,
según algunas estimaciones, dan el 60% de los cursos. (Antes, la gran mayoría
de los profesores universitarios, se estima entre 80-90%, tenían puestos
permanentes.) Sin el amortiguo fiscal del estado, la universidad ha […]
interiorizado plenamente los protocolos del libre mercado, de la venta de
bienes, el servicio de los consumidores y la reducción continua (downsizing) de la mano de obra. Al igual
que la mayoría de las demás instituciones sociales, en las dos últimas décadas,
la universidad ha sido testigo de la supresión de la herencia del Nuevo Tratado
y sus secuelas –sobre todo, la socialización de la enseñanza y el objetivo del
pleno empleo. […] Para aquellos que son suficientemente afortunados por tener
plazas permanentes, la universidad ha internalizado el protocolo del mercado de
la intensificación de la productividad; en las humanidades, a través de la
producción en gran parte simbólica de libros y artículos […], así como el
consiguiente aumento de presión para el servicio, habida cuenta de que hay
menos docentes de tiempo completo para mantener el funcionamiento
administrativo de los departamentos, hacer planes de estudio o tomar decisiones
sobre recursos humanos (Williams, 2006: 196, 199, 201).
Uno
de los aspectos centrales de la precarización del trabajo universitario incluye
a trabajadores manuales, administrativos, académicos y estudiantes, quienes
realizan un importante trabajo de formación profesional y reproducción laboral
sin sueldo; éste es el papel de la precarización en la jerarquización de la
universidad y la creciente división entre académicos de planta y académicos
precarios, pero también entre los egresados. Vercellone analiza, en el contexto
de las luchas en Francia de 2006, el movimiento de egresados, estudiantes y
jóvenes contra la propuesta ley del Contrato de Primer Empleo (CPE) que los
habría obligado a aceptar recortes sustanciales en los salarios y reducciones significativas
en las condiciones laborales de su primer empleo:
En
esta configuración, un primer sector [de egresados] se concentra en una aristocracia
del trabajo intelectual especializado en las más rentables actividades, que a
menudo son, también, parasitarias de la economía del conocimiento. Éstos
incluyen los servicios financieros para las empresas, las actividades de investigación
dirigidas a la obtención de patentes, asesores jurídicos especializados en la
defensa de los derechos de propiedad intelectual, etc. Este sector del
cognitariado (que también se podría caracterizar como funcionarios de la renta
capitalista) está bien remunerado y tiene sus competencias plenamente reconocidas.
Su remuneración se integra cada vez más en la participación de los dividendos
del capital financiero y los trabajadores afectados se benefician de las formas
de protección ofrecidas por el sistema de fondos de pensiones y seguros de
salud privados. […] En cuanto al segundo sector, éste comprende una fuerza de
trabajo cuyos títulos no son reconocidos. Los trabajadores de esta categoría,
por lo tanto, terminan experimentando un fenómeno de declassement –es decir,
una desvalorización de sus condiciones de remuneración y de empleo si se
comparan con las competencias desempeñadas en sus actividades profesionales.
Este
sector no sólo debe proporcionar las funciones neo-tayloristas para los
sectores tradicionales y los nuevos servicios normalizados, también (y sobre
todo) ocupa los puestos de trabajo más precarios en la nueva división cognitiva
del trabajo. […] Este proceso de precarización se concentró, en su mayor parte,
en dos categorías centrales de la intelectualidad difusa: las mujeres y los
jóvenes (la mayoría de ellos graduados universitarios). De hecho, la
precariedad como la norma en las relaciones laborales […] [t]ambién es muy
frecuente en la mayoría de los sectores de la producción intensiva del conocimiento,
como la enseñanza y la investigación, donde el porcentaje de jóvenes
trabajadores precarios se encuentra entre los más altos. […] En este contexto,
se entiende por qué el movimiento de los estudiantes y jóvenes precarios [fue]
el motor de un poderoso proceso de recomposición social e intergeneracional que
se [amplió] en todo el territorio nacional [de Francia] (Vercellone, 2008).
Resistencia a la
precarización: problemas y propuestas
Como
ya mencioné, los miembros de la lista se han resistido a la idea del regreso a
un pasado keynesiano mistificado, al fin contestado y rechazado en los años
sesenta y setenta por los nuevos movimientos sociales a nivel global, como
solución a la privatización y transnacionalización de la educación superior y
la precarización del trabajo universitario. Entonces, ¿cuáles son las posibles
soluciones y estrategias alternativas de lucha no sólo de resistencia, sobre
todo de contrapropuesta, ofrecidas por la lista Edu-factory? Las ofrezco no
como prescripciones, más bien como ejemplos de nuevas formas de lucha –en el
contexto de la precarización de la producción del conocimiento en la
universidad, en diferentes partes del mundo– que podrían aportar a la discusión
sobre la necesidad de intensificar las luchas contra todas las formas de
precarización del trabajo, aquí en México.
La
propuesta alternativa principal de la lista ha sido la creación, en sentido alterglobalista,
de una “Universidad Autónoma Global” (UAG), basada en la práctica autónoma de
la auto-educación comunitaria e inicialmente organizada como una red mundial de
académicos, trabajadores educativos, estudiantes y activistas contra la
imposición del modelo de la universidad neoliberal global. Una iniciativa
parecida en México podría ser la Universidad de la Tierra en Chiapas promovida
por las Juntas de Buen Gobierno zapatistas que plantean la enseñanza e
investigación de “otro conocimiento” y “otros saberes” producidos por (y
adaptados al uso de) las comunidades zapatistas:
[L]a
UAG pretende transmitir el virus de la no-cooperación [con los procesos globales
neoliberales de privatización, transnacionalización y precarización] a todas
las universidades. […] Las distintas iniciativas de auto-educación y movimientos
en las fronteras de la universidad y dentro de ella se pueden leer como actos
de no-cooperación con la institucionalización de un nuevo orden de conocimiento.
Este nuevo orden de conocimiento explota a los estudiantes, a los profesores y
sus conocimientos con fines de lucro y de control. Estos actos resisten el
debilitamiento y esclavización de los productores de conocimiento y tratan de
liberar el conocimiento de las garras de los altos funcionarios, gerentes y
rentistas (Ashram, 2008). Sin embargo, ya se han criticado las limitaciones de
esta iniciativa, como lo hace esta aportación a la lista por parte de una teórica
australiana:
No
es, por tanto, necesario para alguien declarar el surgimiento de lo que podría llamarse
universidad autónoma o universidad global, y mucho menos otorgarle el
reconocimiento desde el punto de vista de la universidad […]. En cierto sentido,
ya se está formando, y no solamente una sino muchas [universidades autónomas
globales]. Las Internet también están divididas por conflictos en torno a cómo
el valor [de los nuevos conocimientos] podría ser reconocido, medido y
comparado. […] No han presentado una resolución a estas preguntas, pero son las
formas de éxodo y retiro que existen en la actualidad. Y son formas de escape
que han ampliado las tensiones que se viven bajo el epígrafe de la precariedad,
de la indistinción entre vida y trabajo y, por ende, del público y privado y
sus consecuencias, para mejor o peor (Mitropoulos, 2008).
En
algunos lugares ya se auto-organiza de manera autónoma el trabajo académico
precario, por ejemplo, en Roma, Italia, existe una fuerte tradición de
auto-organización sindical, laboral y estudiantil tanto en la universidad como
en la ciudad desde los años sesenta:
La
Red para la Auto-Educación es un laboratorio político de estudiantes e investigadores
precarios de varias facultades, tanto científicas como humanistas. De hecho, la
Red es un dispositivo que corta y cruza las fronteras entre las disciplinas
universitarias, la división entre enseñanza e investigación, y la frontera
entre la educación y la producción metropolitana. Este tipo de autoeducación es
una nueva forma de organización política, un esfuerzo colectivo en el cual la
teoría vive dentro de la praxis. Se acerca a las luchas en torno a la
producción de conocimiento (como aquéllas sobre la calidad y el control de los
flujos de conocimiento), como un campo estratégico de conflicto para la fuerza
de trabajo cognitivo (Rete per l’Autoformazione, Rome, 2007).
Finalmente,
y en referencia a la creciente crisis de la universidad pública, inmiscuida en
la crisis de la educación pública y del mismo concepto y práctica de la
educación frente a la inestabilidad epistemológica y el ritmo impresionante de
innovaciones tecnológicas y científicas de nuestra época, Vercellone (2008)
plantea en la lista que:
Lo
cierto es que la solución a esta crisis no se logrará a través de un retorno al
modelo fordista de la reglamentación del trabajo, como lo ha propuesto en una variedad
de formas la mayoría de la izquierda francesa (desde los socialistas hasta los
trotskistas). El principal problema que la lucha de los estudiantes y trabajadores
precarios plantea (en Francia y en toda Europa) es la necesidad de la
elaboración de nuevos derechos laborales y un sistema de protección social capaz
de conciliar el ingreso seguro con la movilidad laboral. Esto debe hacerse de
una manera que favorezca la movilidad deseada en lugar de la impuesta por los
empleadores. Los sistemas de bienestar de los países nórdicos, también los de
muchos países de la que, ya cuentan con algunos de los requisitos previos para
que este modelo alternativo de regulación pueda ser construido, con la condición
de que exista un retorno a la dinámica de la descomercialización (de-marketification) de la economía por
medio de reforzar la libertad efectiva de los particulares a través del mercado
de trabajo.
Otro
reclamo relacionado con este último podría ser el de la “flexiguridad”, es
decir, la combinación de la flexibilidad y movilidad deseadas por muchos sectores
–tanto de la fuerza de trabajo académico como de la general– con la seguridad
contractual a través de la fraccionalización, es decir, que en lugar de
trabajar como empleado parcial uno podría trabajar con todas las prestaciones y
beneficios de 0.5 o 0.8 etc. (dependiendo del número de horas trabajadas por
semana, por supuesto incluyendo el tiempo necesario para la preparación de
clases, en el caso de los académicos) de un tiempo completo. La
fraccionalización de todos los profesores temporales y precarios en la
educación continua y superior es un reclamo del más grande sindicato nacional
inglés del sector4.
En
conclusión, las listas de discusión en Internet, como EduFactory, permiten a
activistas, académicos, estudiantes y trabajadores precarios de distintas
partes del mundo ponerse en contacto permanente para repensar la producción y
difusión del conocimiento y el papel de la universidad pública, para formular
alternativas válidas a las iniciativas de privatización, que encierran la
transnacionalización y la precarización que quiere imponer el capitalismo
cognitivo.
Notas
1
Ponencia para Mesa 3: “Precariedad del trabajo universitario y conflicto en las
instituciones de educación superior” en el coloquio “Los Retos del Sindicalismo
Universitario frente a la Precarización del Trabajo en las Instituciones de
Educación Superior” y el II Encuentro Internacional sobre Trabajo Precario,
México, D. F., 11-13 de agosto de 2008 y
publicado por primera vez en Bajo el Volcán, Vol. 7, Núm. 13, 2008,
pp.
11-24.
2
Todas las traducciones de inglés al español son del autor, quien acepta la responsabilidad
por cualquier error.
3
“Deberíamos concebir este éxodo, por lo tanto, como una retirada activa o una
partida fundadora, que repulsa el actual orden social y construye una
alternativa” (Hardt, 1996).
4
National Association of Teachers in Higher & Further Education (NATFHE/ Asociación
Nacional de Maestros en la Educación Superior y Continua.
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Canavese y Bruno Fornillo), La Coca Loca
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http://lacocalocacompany.blogcindario.com
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Vercellone, Carlo, “Cognitive capitalism and models
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movement”, Edu-factory, 18 de abril de
2007: http://www.edu-factory.org/
Williams, Jeffrey J., “The Post-Welfare State
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vol. 18, núm. 1, Spring 2006, pp. 190-216.
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