Reflexiones sobre el
movimiento político educacional chileno
Rodrigo
Sepúlveda Montero (Chil)
"Estamos al
principio de algo (…) en el régimen de las escuelas: las formas de evaluación
continua, y la acción de la formación permanente sobre la escuela, el abandono
concomitante de toda investigación en la universidad, la introducción de la
‘empresa’ en todos los niveles de la escolaridad."
Gilles
Deleuze, Posdata sobre las sociedades de control
“La educación, por
más que sea legalmente el instrumento gracias al cuál todo individuo en una
sociedad como la nuestra puede acceder a cualquier tipo de discurso, se sabe
que sigue en su distribución, en lo que permite y en lo que impide, las líneas
que le vienen marcadas por las distancias, las oposiciones, y las luchas
sociales.”
Michel Foucault, El
orden del discurso
“Ya no es necesario para el capitalista o el estado organizar la
producción desde afuera. Al contrario, cualquier intento en la
organización externa solo perturba y
corrompe el proceso de autoorganización ya funcionando dentro
de la multitud”
Michael Hardt
y Antonio Negri, Commonwealt
1
Para entender las
contradicciones que vive hoy la sociedad chilena, debemos analizar cómo es que
han ido mutando las formas de interpretar y significar la realidad, poco a poco
nos hemos ido acostumbrando al uso de un nuevo vocabulario político, hace
algunos años, el pasado gobierno inauguró en el imaginario social el concepto
de 'equidad', desplazando con bastante aceptación el común uso del término
'igualdad', de forma que hacer la distinción entre estos se volvió un
tema obligado en cualquier documento serio, y a la hora de darse cualquier
debate aparece como un signo de buena formación académica. Algo parecido
aconteció con el concepto de diferencia, lo importante ahora ya no es lo que
nos hace distintos, sino lo que nos hace diversos, como si lo diverso
constituyera un valor en sí mismo, diversidad que si bien no reúne ni
distingue, define y construye la falsa imagen de un nuevo tipo de identidad.
En el mundo político
por ejemplo, se participe o simpatice de un partido heredero de las ideologías
de izquierdas o derechas, se aconseja transversalmente asumirse públicamente
como un progresista, hipótesis liberal de amplia aceptación en todos los sectores,
y aún más, propugnada desde la izquierda como un deber ser. Es completamente
normal para todo quién pretenda acceder al mundo laboral comportar en tanto
variables de conductas indicadores tales como “emprendedor, orientado al
logro y competitivo” clara caracterización de lo que Michel Foucault
denominó empresario de sí
mismo, el nuevo homo oeconomicu.
En la universidad el
equivalente a esta suma de indicadores, o como la psicología suele llamar; “habilidades
blandas”, es la excelencia, variable que asegura en la empresa, pública o
privada estándares de calidad a sus
usuarios. Chile en suma quiere verse a sí mismo, y en todos sus sectores como
una empresa moderna, progresista y de excelencia, brindando un buen servicio a
sus usuarios, estudiantes, ciudadanos en cualquiera de sus formas.
Partamos en este
breve ensayo la tarea de cartografiar estas diversidades, y como buenos
emprendedores que somos, hagamos el ejercicio de pensar el concepto de empresa
en un sentido amplio, para entender de qué forma se va introduciendo en
nuestras escuelas, armemos como hace Foucault, un cuadro, una empresa como se
decía en el siglo XVII, con el fin de descifrar las formas culturales, sus
técnicas, sus métodos, y sus sistemas de interpretación. (2)
2
La historia muestra
que cada cierto tiempo, en momentos de aparente crisis o ruptura ontológica con
la tradición, la creatividad constante de las sociedades tiende a dar paso a
nuevas estéticas y narrativas, que traspasan la vida cotidiana, como flujo,
proceso o evolución del saber colectivo. Estos movimientos del saber permiten
nutrir el desarrollo cultural de la sociedad, de la cuál emergen pensadores que
tienen la capacidad de interpretar estas señales y significarlas, plasmándolas
en el arte, la técnica y la ciencia.
El tiempo se
encargará luego de organizar y recrear estas manifestaciones, haciéndonos
hablar de ellas como hechos del pasado, sacrificando nuestra experiencia y el
saber colectivo que las constituye, por una nostalgia monumental, privilegio de
grupos e instituciones que capitalizan estos discursos, cristalizando en el
tiempo, un movimiento, que parece escrito en nuevo lenguaje, tarea de
especialistas que han sabido recodificar y elaborar a partir de estos,
sofisticados instrumentos, de difícil acceso y muy complejos de entender.
Un ejemplo de la
emergencia de estos saberes lo fueron las llamadas vanguardias culturales, que
en tanto reproducción de bienes sociales, son una clara muestra del
funcionamiento del viejo modelo de construcción de sentido, donde transitan las
múltiples externalidades positivas derivadas del proceso educacional fuera y
dentro de las instituciones, centros o 'contenedores institucionales', y
el desborde lógico de las formas de representación plasmados en el cotidiano de
las prácticas, expectativas y formas según evoluciona el pensamiento.
Una empresa colectiva
avocada al desarrollo educacional como motor de cambio social, debiera en este
sentido, comportar tanto la memoria del pasado como la del presente, la ideas
que tenemos sobre el futuro, no existen más allá de nuestras acciones
cotidianas por más pequeñas que éstas parezcan, la emergencia y apropiación de
los nuevos saberes puede ser duradera a partir de una organización social
entramada en el día a día de las nuevas redes de comunicación, atenta a las
variables o quiebres institucionales, que nos permiten establecer una
interrelación afirmativa con la multitud de sujetos que participan de su
desarrollo.
El movimiento por la
educación, tema que convoca este ensayo, en gran medida ha tenido éxito gracias
a la reapropiación del trabajo colectivo en conjunto con la sociedad civil, la
multiplicidad de demandas ha transformado progresivamente las formas
organizacionales, implicando a un espectro cada vez mayor de voluntades, construyendo
desde la práctica y la improvisación, una “caja de herramientas”, que
potencia desde la heterogeneidad y la crítica, un pensamiento libre
caracterizado por una multiplicidad de escenarios diversos, cuya fuerza ha
radicado en la autoconvocatoria, como “recodificación estratégica”
permitiendo junto con situar la diversidad de posturas en conflicto,
dimensionar sus verdaderos alcances.
Estas señales, en
apariencia incompatibles; articulación, espontaneidad, fuga, organización,
impiden entender a los medios oficiales las nuevas formas de antagonismo, cuyos
objetivos aun no están delineados, precisamente porque estos no se encuentran
en los libros ni en las aulas. Es por esta razón, que junto con observar las
condicionantes de la actual crisis, cuyo primer diagnóstico podrían ser las
formas jurídicas heredadas del régimen militar, la administración política del
continuismo binominal y la diametral contradicción entre la repartición de la
riqueza y el eventual éxito financiero, es necesario hablar de un exterior, de
un afuera de la educación, la reorganización de un movimiento social de estas
características va más allá del análisis binario de las nociones de lo público
y lo privado, de las estructuras y las organizaciones sociales, de ahí su
enorme capacidad de potenciar y entramar en sus demandas todos los procesos de
subjetivación, regenerando y reinventando formas ciudadanas que se veían
soterradas.
Pensar un afuera de
la educación, o dicho de otro modo, cartografiar las fuerzas de producción social contenidas en el proceso educativo,
supone traspasar las barreras de la ciudad civilizada, remover las bases
populares, y agenciar la diversidad de saberes connaturales a nuestra fisonomía
identitaria, desarrollando en su ejercicio una pedagogía colectiva capaz de
promover una enunciación múltiple de sujetos sin relaciones diferenciales, que
por medio de una serie de coaliciones construye sus propios espacios de
conocimiento, replanteando radicalmente los sistemas pedagógicos y
universitarios, acción educativa de la cual se desprende progresivamente una
agenda de acción política, trazando un camino rizomático de experiencias
contextuales y emplazado a quienes requieran de los instrumentos necesarios
para su reproducción y síntesis.
3
Los discursos son
espacios en constante dispersión, mapas en movimiento que nos obligan a
elaborar constantemente nuevas cartografías para poder situar el orden que
toman los enunciados en sus distintos niveles, siendo necesario dimensionarlos
dentro de determinados procesos históricos, demarcando tanto sus connotaciones
ideológicas, sus condicionamientos estructurales, sus mixturas y adecuaciones
en el espectro liberal.
La tradición política
tal como la conocemos, se ha encargado de codificar los discursos en espacios
dicotómicos de entendimiento, subordinando los campos ideológicos a un espacio
instrumental, de ahí que sus principios se apliquen mecánicamente, hasta el
punto de su naturalización en medios intelectuales, periodísticos y de
especialistas, todo lo cual hacen complejo pensar un afuera de estas relaciones
en tanto trama integral de alternativas, lo que determina el diálogo a espacios
contrapuestos de un mismo escenario, que tiene como límite acuerdos normativos
flexibles, contextuados por las lógicas de mercado, que condicionan la oferta y
la demanda, como sus posibles; ideológicos o sociales.
Dimensionar un
pensamiento sustantivo y promover el tránsito progresivo hacia un conocimiento
entramado en las prácticas sociales, presupone necesariamente un esfuerzo
ético, dónde la vida humana y su historicidad constituyen las fuerzas centrales
del cambio hacia un nuevo estadio de desarrollo científico y tecnológico, “es
decir, trabajo vivo en cuanto objeto del capital y trabajo vivo en cuanto
sujeto de su propio devenir”(3), para constituir un modelo social que
englobe todos los procesos de subjetivación.
Esto si partimos del
supuesto que somos capaces de compartir los costos y beneficios que importan a
la sociedad en sus distintos niveles, ya sea a mediano o largo plazo, más allá
de la perspectiva e interés estrictamente individual de los grupos ajenos al
cometido común, una actividad como la educación no puede sino ser considerada
desde un punto de vista social, acorde a un conocimiento dinámico de la
realidad, que no obtiene validez a partir de su facultad universalizadora, sino
de su capacidad de dirigirnos y mostrarnos una “inmensa red de relaciones”.
(4)
En este sentido
deberíamos pensar que implica que la educación cumpla un servicio público, no
sólo como una empresa del estado o una actividad subsidiaria de este, sin caer
en la mitología de un sistema social carente de actualidad o contexto, de lo
contrario, pese a que nuestro proyecto sea coherente bajo sus propias reglas
discursivas, favorecemos un orden de continuidad que se ha caracterizado por
profundizar las contradicciones del modelo. Es cierto que estas fracturas
tienen que ver con la desarticulación de la sociedad civil como espacio de
cohesión social, pero también dicha historicidad es consecuente con la demanda
real comprometida en el proceso, parte esencial del problema y variable sin la
cual es ilegible el amplio apoyo de gran parte de los sectores sociales.
Es precisamente al
interior de estas contradicciones, en este espacio diferencial irreconciliable
para los mapas políticos, dónde se hacen efectivas las relaciones de poder que
profundizan la crisis, subvirtiendo el uno al otro, dando lugar a espacios
deslocalizados, invisibles para de los discursos dominantes, espacios en
tránsito, un constante devenir que desafía y compromete las prácticas
educativas con las vidas de todos los involucrados en el quehacer social, más
allá de la promesa de un futuro, más cerca de nuestras condiciones materiales y
la multiplicidad de vidas y expectativas que éstas proyectan.
El lugar de estos
discursos responden necesariamente al sustrato político de nuestra historia
reciente, motivaciones que ponen en relieve las rupturas o cortes de línea en
el desarrollo social, ya que hablamos de proyectos que inspiran los modelos que
como sociedad queremos construir, a partir de la misión que las instituciones
educacionales tienen en su rol de formador de individuos, como a su vez del
papel que estas desempeñan en la sociedad que las motiva. Comprender estas
rupturas, no implica necesariamente dilución de los valores que mueven el
pensamiento de izquierda, sino una apertura de estos, que permite verlos en
perspectiva y definir su eficacia.
4
Con el objeto de
situar la diversidad de perspectivas que ordenan en debate educacional chileno,
podemos identificar a grandes rasgos tres tópicos centrales, que a su vez
corresponden a los escenarios históricos del movimiento de los últimos años;
por un lado tenemos el diagnóstico de una creciente apertura de la oferta
educativa condicionada por la especulación, y la evidencia de una
incompatibilidad de paradigmas a la hora de definir igualdad y equidad en las
políticas de financiamiento (crisis), observamos también una sociedad cada día
más consciente que la educación es el reflejo de un esfuerzo colectivo,
cuestión que hemos observado en la confluencia de movilizaciones, la creciente
articulación organizacional y todo tipo de demandas mediatas e inmediatas
(movimiento) y por otro lado la holgada administración de estos procesos a fin
de generar nuevas políticas y acuerdos (reforma).
Estos tópicos dan
cuenta de un estado o “normalización” de la estructura atingente a la
política educativa, dónde se ordenan y operan los actores referenciados por la
producción discursiva de los campos interés definidos por la matriz político
clásica (dicotomía estatal v/s mercado), la que podemos despejar y descomponer
en sus elementos principales para entender sus puntos de inflexión.
Podemos resumir estas
posturas en tres puntos:
1.- Si bien es cierto
que cuando la educación pública se apoyó en el esfuerzo del Estado, hubo
insuficiencias de cobertura y en muchos aspectos fue incapaz de dar solución a
problemas estructurales. Por otro lado, la educación pública chilena bajo la
impronta del Estado Docente, obtuvo logros que trascendieron nuestras fronteras
debido a que estuvo centrada principalmente en el papel de los educadores,
mientras hoy en día lo está en los sostenedores, en los alcaldes, en los
gestores privados, que no tienen ninguna vocación como no sea en objetivos que
están en otras esferas de interés ajenos al proceso educativo.
2.- Una participación
más activa del Estado como ente regulador es criticada a partir de afirmaciones
que sostienen que la Educación Pública es deficiente por el simple hecho de ser
pública y que a consecuencia de ello, es culpable de las insuficiencias que
tuvo el sistema educacional chileno antes de la reforma neoliberal que
impusiera el régimen autoritario. Tales carencias de la Educación Pública
justificarían las ventajas del sistema actual, donde todo queda sujeto a las
reglas mercantiles, y donde el papel del Estado sólo está destinado a
garantizar ciertos accesos mínimos para los menos beneficiados. A su vez se
constata que el grueso de los recursos sirve para financiar proyectos
educacionales orientados exclusivamente al lucro de ciertos sectores,
instituciones o personas.
3.- El enfoque
privado de la educación enfatiza que los desembolsos o gastos asociados a ella,
tales como aranceles, materiales, transporte, etc. se conciban como una
inversión privada directa, inversión que como tal tiene un costo alternativo, y
que su fin principal es incrementar la productividad laboral. Aun cuando tal
enfoque adolece de simplicidad en el análisis, puesto que el sistema
educacional produce otras externalidades esenciales para el cambio y el
desarrollo social, y sus insumos tiene orígenes variados entre los cuales el
aporte privado aparece como uno más, no es menos cierto que en este enfoque se
fundamentan variadas políticas públicas, relacionadas con el sistema de
matrículas, subvenciones escolares, créditos y becas.
Estas posturas
marcadas por la tensión entre la inversión del mundo privado y la demanda
histórica de una educación cuyo fin sea el propender a mayores niveles de
movilidad social, han formulado dos grandes modelos interdependientes, por un
lado en relación a la “equidad social” y por otro a la “calidad del
sistema”. La primera tiene que ver con la igualdad de acceso al sistema y
la segunda con la calidad de la educación que reciben los educandos en cada una
de las partes en que se divide el sistema educacional. En estos términos, no
hay equidad si los individuos no gozan de las condiciones materiales y de
formación personal indispensables para acceder al sistema educativo, pero
tampoco hay equidad si una vez ingresados al sistema, no reciben educación de
calidad similar para todos.
Estos puntos son
centrales ya que la nomenclatura y énfasis que cada uno de ellos distingue,
permite demarcar los aspectos principales del debate y que tienen que ver tanto
con el rol de estado y el mercado, como con el énfasis respecto de la libertad
y la igualdad al interior del modelo democratizador, definido en el gobierno de
la concertación como “desarrollo con equidad". Bien, discutamos
sobre este punto.
5
La equidad viene del
latín aequitas, de aequus, igual. El término tiene una connotación de justicia
e igualdad social que supone responsabilidad y valoración de la individualidad,
llegando a un equilibrio entre ambas, la equidad si somos fieles a su
definición filosófica es: lo justo en plenitud. El problema de la equidad en el
plano educativo es enormemente complejo, siempre se ha planteado la educación
como una herramienta para favorecer la igualdad social, pero cuando hablamos de
equidad como instrumento de las políticas sociales, el énfasis es
necesariamente pragmático, ya que supone desplazar de la agenda concepciones
ideológicas que respondan a una igualdad a secas, que se expresan en la demanda
por la gratuidad, ya que la equidad bajo una lógica redistributiva aparece
supeditada a la idea de desarrollo, basado en la libre competencia como
instrumento destinado a alcanzar mejoría social, cultural y económica.
Este es un problema
cuestionable en todos los niveles, ya sea a partir de una fórmula igualitaria,
necesaria o posible, dependerá en cada caso de variables estructurales a las
cuáles se aplique, por ejemplo la educación primaria será determinante a la
hora de seleccionar a los futuros profesionales, y no así las cualidades relativas
al mérito o aptitudes personales como dinámicas de selección, variables
instrumentales de regulación que instituyen gradaciones de justicia, coherentes
con los niveles de fragmentación y segregación de uno de los modelos económicos
más desiguales del mundo.
De esta forma
hablamos de equidad con énfasis distintos, “lo propio de lo equitativo
consiste precisamente en restablecer la ley en los puntos en que se ha
engañado” (5), pero siempre en un sentido parcial sujeto a cuestiones
ordinarias, debemos recordar que pertenecemos a una tradición republicana
liberal, cuyo fin es cautelar y reformar velando por la articulación de
intereses y valores que tienen lugar en espacios acotados de la gerencia
social, donde la equidad redunda en equivalencias posibles dentro del abanico
de posibilidades que ofrece el mercado a la par con las indemnizaciones
sociales, fórmula incuestionable en los debates de estos últimos 30 años salvo
en la cotidianidad de colectivos y pequeñas orgánicas, que en el movimiento
educacional estos últimos años desborda todas las expectativas históricas,
aglutinando a gran parte de la sociedad chilena y la opinión pública
internacional.
Lo que esconden los
discursos, es la crisis que los mueve, el diálogo prevalece por sobre graves
problemas de igualdad en acceso y calidad, que bajo la semántica de la equidad,
la excelencia y el buen vocabulario político, hacen inaudibles posturas que
propugnen un cambio de modelo. No por nada las políticas estatales tienen como
público objetivo la población más vulnerable, o al menos, la más cercana a los
mecanismos de protección social, lo que no sólo revela la enorme distancia
entre los sistemas público y privado, sino también de los subsistemas de
precariedad estructural, dónde las condiciones de vida sitúan a gran parte de
la población simplemente fuera del sistema educacional.
El discurso y las
prácticas políticas de las democracias liberales ignoran que todas las medidas
tendientes a democratizar la demanda a partir de la autonomía relativa y la
flexibilidad en la oferta, no hacen sino reproducir las condiciones de clase
dentro de la sociedad, estratificación que afecta tanto al sector subsidiario
como el sector privado, autonomía que se traduce en mera inversión privada,
implicando en la práctica, educación particular o subvencionada, agudizando las
diferencias e impulsando una lucha de precariedades sistémicas.
Debemos al menos
sospechar que los grupos privilegiados que acceden a la educación superior no
solo ocupan las principales vacantes de educación pública, sino que a su vez
son los futuros encargados de estas dinámicas de control y gestión, dinámica
natural del capitalismo en la jerarquización social de sus miembros y
performance histórica, que actúa como mecanismo ritual del poder y sus
paradojas, y no como variable de nivelación o movilización real en favor del
desarrollo colectivo.
Estas contradicciones
son parte de un proceso paulatino, según el cual los intereses y formaciones
sociales lejos de toda lógica, no se ha consolidado en determinadas instituciones,
sino que a la inversa, las instituciones y las fuerzas políticas tienen como
trasfondo una amplia gama de condicionantes y normativas que involucran que
cualquiera de los cambios posibles tienen un alcance temporal, un marco de
operatividad, que responden de los mecanismos de control amarrados a formas
constitucionales.
6
La demanda de una
constitución democrática, tarea de la ciudadanía, radica en el ejercicio de su
potestad soberana, poniendo en cuestión toda regulación que sea exterior a su
propia constitución. El Poder Constituyente es el que ejerce el pueblo en un
acto soberano, en el que expresa su voluntad política en la constitución de la
relación consigo y en la constitución de la relación con los otros, un
ejercicio ético de libertad que “abre un campo a nuevas relaciones de poder
que hay que controlar mediante prácticas de libertad” (6) El Poder
Constituyente es una resistencia, una síntesis particular, la “reencarnación
específica de un desarrollo ontológico, de una pregunta que la historia
presenta, sobre su superficie y el acontecimiento de la singularidad.” (7)
Los alcances de lo
que se ha denominado “el movimiento”, deben en consecuencia responder a
las demandas que este se ha dado a sí mismo, olvidar sus diferencias en acuerdo
a las acciones sostenidas por toda la población que ha dado legitimidad, hace
tiempo que la efectividad de cualquier reivindicación social sobrepasó a sus
interlocutores inmediatos, nada menos estratégico puede haber en el culto a la
personalidad y el carisma, las formas mediáticas del capitalismo solo cumplen
con instrumentalizar uno tras otro los simulacros para anular la singularidad
del común, en palabras de Nietzsche; “no hay ningún «ser» detrás del hacer, del actuar, del devenir; «el agente» ha sido ficticiamente
añadido al hacer, el hacer es todo”. (8)
Asistimos a un
movimiento del deseo, cuyas capacidades de reproducción y contagio lo hacen
instituyente, capacidad constante de reorganización e innovación que ha
radicado en la superposición del rol del agente cooperante al del dirigente, “...El
militante político revolucionario actual (…) debe redescubrir la que ha sido
siempre su propia forma: no la actividad representativa sino la constituyente.”
(9) generando progresivamente campos de autonomía social, que junto con
emplazar a la ciudadanía, le permiten generar nuevas alianzas a través del
fortalecimiento y la multiplicación de las capacidades de los individuos
rompiendo con las relaciones de poder que las determinan.
Señala un académico
de una universidad chilena tras la primera movilización estudiantil importante
el año 2006; “Los secundarios han mostrado que el deseo es productor de
deseo. Es el efecto de rebote al azar, en la medida en que algo se hecha a
andar, comienza a crecer y extenderse hasta lo impensable. El deseo de hacer
crea las condiciones para seguir haciendo y hacer a su vez cosas distintas cada vez, con un efecto de total
descolocación de aquello que está en su entorno. Producción de producción, se
trata de aquello que transita en lo social. El deseo se autogenera, se
autoproduce maquínicamente. No es un problema de voluntad sino de efectos.
Efectos de derrame ya que no puede dejar de colarse en cualquier dirección
contaminando todo a su paso.” (10)
“Un proceso de
comunicación de una lucha local a otra (…) como una enfermedad contagiosa, por
comunicación de prácticas y deseos comunes” (11) alianzas o
ensamblajes que le permiten a un grupo de personas, cuyos miembros no son
identificados como sujetos o individuos de una u otra categoría, devengan en
algo más que un grupo, para transformar los espacios y situaciones en un
proceso continuo de rebasamiento.
7
No son pocos los
pensadores de izquierda que ven el actual modelo político, según la tensión
evidente entre los movimientos sociales y los mecanismos de representación,
como un viejo mausoleo, cada vez más frágil, tanto para los estados como para
la gobernance financiera. El desgaste progresivo de las formas de interpretar
el creciente agitamiento de las multitudes a partir de formas de organización
política y productivas suscitadas durante la época industrial, han dejado de
ser creíbles fuera de los estrechos márgenes de representación, una vez que
entran en contradicción con los tiempos y experiencias singulares y subjetivos
de la colectividad.
Este complejo momento
denota el fuerte extrañamiento ante los procesos de cambio en la producción de
valor, el capitalismo, en tanto modo de producción colectivo, se ha vuelto
progresivamente un dato exterior, un valor ya producido, apropiable bajo la
forma de una renta social. Este proceso definido por Marx como subsunción real,
reorganiza toda la producción según la norma del propio capital y conoce en su
fase neoliberal una subsunción biopolítica, la subsunción de la vida misma a la
norma del capital.
El estado, en su rol
tanto de mediador como impulsor de las relaciones sociales de mercado, ha
intentado desarrollar fórmulas cada vez más sofisticadas de control y extraer
renta de una nueva fuerza de trabajo que ha ido desmoronado los procesos de
producción y organización, la ausencia histórica, como filosófico política de
todo contrato entre la sociedad y el capital, nos muestra su verdadero rostro,
la ausencia de todo contrato entre la sociedad y el estado (12). La ilusión de
un conjunto social y la producción de referentes al interior de lo público y lo
privado se disuelven bajo las nuevas formas de organización del capital
productivo.
En esta nueva fuerza
o fábrica social, el conocimiento ya no solo tiene lugar en las universidades
públicas de la matriz desarrollista, o en universidades privadas en su forma
democrático liberal, el recurso más preciado del actual sistema económico es la
fuerza diversa e integradora de los modos de producción común del capitalismo
inmaterial, racionalidad de la fuerza de trabajo cognitiva que producimos todos
y todas colectivamente. Señalan estudiantes miembros de la internacional
situacionista allá por los años sesenta, que; “La famosa "crisis de la
Universidad" parte de una crisis más general del capitalismo moderno;
sigue siendo el objeto de un diálogo de sordos entre diferentes especialistas.
Dicha crisis traduce simplemente las dificultades de un ajuste tardío de este
sector especial de la producción a una transformación de conjunto del aparato
productivo.” (13)
El sometimiento del
sistema educativo a las a las técnicas de gobierno y la irrupción del mercado
en las prácticas de planificación, han convertido al sistema educacional en
piezas claves del armado neoliberal, continuidad de la tradición disciplinaria
y el pragmatismo de la empresa conformada por estudiantes, en su calidad de
clientes y futuros empleados, condicionamiento que invalida cualquier
influencia que pudieran tener a largo plazo en las variables de cambio, ante la
carencia de un proyecto que promueva un horizonte de relaciones propio y
permita generar espacios nuevos de creatividad entre la institucionalidad y las
formas políticas.
En este sentido Hardt
y Negri sostienen que “Las políticas universitarias y las de comunicación
deben superar no solo la actual condición de miseria privada sino el nivel de
organización pública de enseñanza para convertirse en motores de la
construcción de lo común y la integración social.”(14) Construcción
del común que supone abrir las universidades y trabajar desde las comunidades,
crear universidad popular y libre, hacerse cargo precisamente de este quiebre,
dónde un sin número de nuevos agentes puedan propagar desde sus propias
experiencias el saber del cuál son portadores, rompiendo las rutinas y disciplinas
impuestas por la universidad, cuyo único fin para la sociedad capitalista
consiste en su propia reproducción.
La alternativa
proyecto es la generación de espacios no institucionalizados de
conocimiento, espacios que si bien se
reapropian de los discursos y sistemas universitarios, los multiplican y
diversifican en favor de la comunidad, un trabajo colectivo de resistencia que
se manifiestan en la práctica contra las relaciones verticales de poder,
reproducción y fuga que se da en contextos de cooperación social, conformando
una nueva ciudadanía democrática que promueve un cambio radical de las
estructuras de gestión, optimizando una nueva trama de relaciones
constituyentes.
Este proceso pasa por
una renuncia de los modelos de cooperación a los mecanismos de control y
captura del estado, como también, una resistencia a los nuevos procesos de
gobernanza, que no cuentan ni forman parte de las redes de confianza guiadas
por el mutuo acuerdo, de forma de potenciar lo que está ocurriendo en los
márgenes o en el afuera institucional. La defensa del común en este sentido es
una oportunidad para pensar otros modelos económicos de pequeña escala,
relaciones de vida sustentables capaces de proponer soluciones desde la
práctica y desde la misma comunidad.
Francisco Baño Burgos en su tesis sobre el “nuevo
skholé co-instituyente” y la constitución de “La escuela de multitud”
plantea que este proceso no toma la forma de un éxodo, si no más bien de una
nomadía, un lugar común contra las formas burócraticas del sistema escolar,
plantea en este sentido una de pedagogía radical democrática que bajo un
dispositivo de coevaluación, sea capaz de transformar el horizonte de lo real. “La
práctica social del trabajo vivo sembrada, acoplada, instalada en el
espacio–tiempo del Otium, alumbra un nuevo porvenir para la Escuela: el de la
co-institución ociosa (escolar radical democrática) que, redescubriendo sus
posibilidades, sus facultades y su fuerza, en definitiva, su potencia, alberga
en su seno el “nuevo skholé co-insituyente”, cuya definición más breve y
concisa sería la siguiente “la práctica social del trabajo vivo en el espacio
tiempo del Otium”.” (15)
Bajo esta
perspectiva, así como hablamos en términos marxistas de la enajenación del
trabajador al separar pensamiento y ejecución, debemos pensar la práctica
educativa a partir de una articulación efectiva con la política, tal como
observara Paulo Freire a partir de la separación del educador-educando,
articulando enseñanza y aprendizaje como ejercicio político de la autonomía
(16). Coincido con Querrien que la destrucción de la escuela sería un paso
importante en la construcción de alternativas (17), las tomas de colegios y
universidades han demostrado ser efectivos como herramientas de articulación y sensibilización
abriendo nuevas posibilidades de experimentación, si bien, la democracia
profunda permite desenmascarar los usos dogmáticos y nostálgicos de la
administración estatal bajo la coevaluación, requiere un ejercicio activo y
extensivo del educador en el proceso, y al menos en el caso chileno, los
docentes de la educación formal se encuentran totalmente al margen de las
microprácticas de resistencia.
El ejercicio de una
pedagogía radical democrática en la experiencia chilena, es sostenida desde sus
propios protagonistas, situada principalmente en el movimiento secundario, como
también en otro tipo de experiencias emergentes que desbordan el espacio
universitario, devenidas en un sin número de prácticas que articulan tanto
nomadía como éxodo. Esta articulación es en gran medida resultado de un largo
ejercicio biopolítico, un laboratorio neoliberal que comporta por un lado una
contextura legislativa y policial disciplinaria, herencia del la intervención
militar norteamericana, y por otro, un rol activo en la reagrupación de las
potencias regionales, caracterizadas por una amplia red de alianzas que entran
en contradicción con la estrategia unilateralista, características de los
rasgos geopolíticos imperiales definidos por Negri, condicionando una coyuntura
y un espacio de resistencia totalmente al margen de la ideología organizada por
pequeños grupos de interés vinculados a formas políticas e institucionales.
Comenzábamos este
ensayo señalando que es necesario hablar de un exterior, de un afuera de la
educación, un afuera que como vemos va constituyendo una profundidad, un
adentro coextensivo, un entrelazamiento de prácticas constituyentes. Sin duda
no hay un afuera de las lógicas del poder, la geopolítica contemporánea
funciona a base de fronteras, las jerarquías universitarias -señala el
colectivo Edu-Factory- ya no están gobernadas por una dialéctica de la
inclusión y la exclusión, en “... el capitalismo global contemporáneo ya no
hay exterior; no hay afuera entre la universidad y la metrópoli, sólo un
adentro marcado por relaciones de explotación.” (18)
Esto nos obliga a
pensar el movimiento político por la educación como un proceso mayor, como un
rebasamiento de las fronteras del poder que el propio capitalismo ejerce en la
sociedad, pensar el afuera, es un ejercicio de adentrarse en el movimiento
social desde su desborde, franqueando así las líneas de poder, sus afueras son
su pliegues, una suma de acontecimientos que arrastran una concientización
profunda y que traman nuevas prácticas de colaboración, ya sea del lado de las
relaciones de explotación o a partir de la generación de nuevas coordenadas de
articulación y diseminación de un proyecto colectivo, esta multiplicidad
constituye su posibilidad política, líneas de fuga que unen las diversas
dimensiones de la base del trabajo común, en su propio espacio discursivo.
Notas
Compilación de notas escritas durante las movilizaciones
estudiantiles en Chile durante el 2011 y 2012 reeditadas para Universidad
Nómade Latinoamérica (UniNomade-LA).
2 Michel
Foucault, “Nietzsche, Freud, Marx” de la traducción: Carlos Rincón,
Revista Eco nº 113/5 Bogotá, Colombia.
3 Cesar
Altamira, “La guerra como el control de las multitudes” en “Diálogo
sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina” A. Negri,
G. Cocco, C. Altamira, A. Horowicz. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003 p. 59
4 Alusión a
William James en “Por una política menor” Maurizio Lazzarato, 2006, De
la edición Traficantes de Sueños.
5
Aristóteles, Moral a Nicómaco, libro quinto, capítulo X, De la equidad.
http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01146.htm
6 Michel
Foucault, “La ética del cuidado de uno mismo como práctica de la libertad”,
Entrevista realizada por Raúl Fomet-Betancourt. Helmul Becker y Alfredo Gómez-Muller
el 20 de enero de 1984.
7 Antonio
Negri, “Una Teoría del poder constituyente”, Entrevista de Rais Buson,
Anthropos 144, p. 32
8 Federico
Nietzsche, “La Genealogía de la moral”,
Alianza Ed., Madrid, 1997, p. 61
9 Michael
Hardt, Antonio Negri, “Imperio”, De la edición de Harvard University
Press, Cambridge, Massachussets, 2000 p. 356
10 Horacio
Foladori, “El deseo de los pinguinos”, en “De actores secundarios a
estudiantes protagonistas” OPECH, Abril 2009, p. 59
11 Michael
Hardt, Antonio Negri, “Multitud, guerra y democracia en la era del imperio”
Primera Edición Buenos Aires: Debate, 2004 p. 251
12 Ver La
anomalía salvaje de Negri, específicamente la relación spinoziana potentia contra potestas.
13
Internationale Situationniste “Sobre la miseria de la vida estudiantil
considerada bajo sus aspectos económico, político, psicológico, sexual e
intelectual”. Transcripción íntegra de la traducción de Carme López
(Barcelona, Icaria, 1977) del texto publicado por UNEF, Strasbourg 1966.
Publicado primero en 1966 en la Universidad de Estrasburgo por estudiantes y
miembros de la I.S.
14 Michael
Hardt y Antonio Negri “La constitución del común y las razones de la
izquierda” en http://www.politicaycomun.com/ traducción al español de Cesar
Altamira del original “La costituzione del comune e le ragioni della
sinistra” en
http://uninomade.org/la-costituzione-del-comune-e-le-ragioni-della-sinistra/
15 Francisco
Baño Burgos, “La escuela de multitud. Una lectura pedagógica de los textos
de Antonio Negri” p. 289
16 “En el
fondo, lo esencial de las relaciones entre educador y educando, entre autoridad
y libertadaes, entre padres, madres hijos e hijas es la reinvención del ser
humano en el aprendisaje de su autonomía” Paulo Freire, “Pedagogía de la
autonomía” Ed. s.XXI p. 91
17 Querrien,
A. "Trabajos elementales sobre la Escuela Primaria" Madrid, La
Piqueta, p. 198 en Francisco Baño Burgos, “La escuela de multitud. Una
lectura pedagógica de los textos de Antonio Negri” p. 421
18 Alberto de
Nicola y Gigi Roggero, “Ocho tesis sobre la universidad, la jerarquización y
las instituciones del común” Colectivo Edu-Factory
http://www.edu-factory.org.
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