Cesar Altamira (ARG.)
0. El paro
nacional del 20 de noviembre, el primero contra el kirchnerismo luego de casi
10 años de gobierno, sorprendió a propios y extraños. Asombró a sus convocantes
por su masividad y por extensión incorporando las ciudades más importantes del
interior. Descolocó a las centrales "oficialistas", léase CGT
"Rosada" y CTA "oficialista", mostró una renovada
influencia de sectores de la izquierda con trabajos fabriles y en los servicios
y terminó preocupando no sólo al gobierno sino también a las propias
patronales, a pesar que la medida de fuerza no contenía demandas hacia la
patronal. Las últimas movilizaciones callejeras, importantes por su masividad y
extensión nacional, 8 de noviembre (8N) y 20 de noviembre (20N), desnudaron la
debilidad del gobierno kirchnerista -un año después del 54 % de los votos en
octubre de 2011- y transparentaron que el gobierno había perdido la
"calle" y extraviado la agenda, ante una oposición que, aunque con
composición social diferente y fuera de toda representatividad política
partidaria, había reclamado a cielo abierto por sus demandas. El gobierno
peronista del nuevo siglo, a contrario sensu de la historia, permanecía "sentado en el
cordón de la vereda". La conflictividad social lo había desbordado,
imprevista e impensadamente para sus partidarios. En estos días el cristinismo
busca retomar la iniciativa e imponer la agenda
asentada en el próximo 7 de diciembre, la madre de todas las batallas
contra el multimedio Clarin, al decir del relato kirchnerista.
La jornada de lucha había sido
convocada desde hacía ya tiempo por las centrales sindicales opositoras al
kirchnerismo ante el silencio del gobierno frente a los reclamos sintetizados
en cinco puntos: 1) la disminución de la presión impositiva sobre los salarios
(impuesto a las ganancias sobre los salarios, toda una anomalía) que al
mantener su base imponible incorporaba nuevos asalariados en este universo e
incrementaba las deducciones para quienes estaban ya sujetos a ellas, luego de
los aumentos salariales producidos durante el 2012; 2) la universalización de
las asignaciones familiares (el pago por hijo que realiza el organismo de
Seguridad Social) ya que quedaban excluidos del cobro sectores importantes de
asalariados, situación agravada luego de reformas que introdujera el gobierno
en estos meses provocando una disminución de las alicuotas recibidas; 3) la
normalización de la deuda del estado para con las Obras Sociales sindicales que
conforman una de las patas importantes del Sistema de Salud nacional; 4) el
aumento del Salario Mínimo Vital y Móvil y 5) el rechazo a la ley
antiterrorista recientemente sancionada. El gobierno desoyó estos reclamos apremiado
por el déficit fiscal en ascenso. Durante 2012 los mayores impuestos a las ganancias
le aseguraron una mayor recaudación fiscal,
6000 millones de pesos; la reducción del monto a pagar de las
asignaciones familiares mejoraba el perfil fiscal, mientras hacía uso de unos
12000 millones de pesos adeudados a las Obras Sociales. Conjunto todo que al
menos cuestionaba el modelo inclusivo, mientras mantenía las exenciones
impositivas a las explotaciones mineras y a las transacciones de la Bolsa.
1.Una de las
convocantes al paro, la CGT Azopardo, conducida por el camionero Moyano,
durante todos estos años compañero de ruta del kirchnerismo, había pasado a la
oposición en marzo de este año ante las evasivas del gobierno para responder a
sus reclamos, los intentos oficiales por imponer un techo en las paritarias por
debajo de la inflación, la sanción de la ley antiterrorista y la tercerización
del ajuste que el gobierno empezaba a concretar trasladándolo a los gobiernos
provinciales. Moyano, quien dirige el sindicato de Camioneros, fue durante ocho
años el principal apoyo sindical de los Kirchner –sobre todo de Néstor-, pero
la torpeza o la convicción de Cristina lo empujaron a la vereda de enfrente, en
el preciso momento en que debían abrazarlo para compartir los costos del ciclo
descendente del “modelo”.
La pérdida del doble superavit
fiscal y de balanza de pagos, pilar del proceso de acumulación
"virtuoso", se había transformado en un recuerdo. La crisis
energética, que reconociera el gobierno, previo a la expropiación de Repsol,
había derivado en importaciones energéticas que volvieron deficitaria la
balanza de pagos, a pesar del precio de la soja. La imposibilidad de disminuir
los subsidios al transporte (subterráneo, ómnibus, trenes), al agua, a la luz,
al gas, todos en aumento, ya que agregaban nuevas presiones inflacionarias,
debilitaron un superávit fiscal enflaquecido y el déficit fiscal entró en
escena. En los últimos meses se aprobó una nueva ley antiterrorista, se conoció
el « Proyecto X » de espionaje, se procesó a militantes de organizaciones
piqueteras, se penalizaron los salarios con el impuesto a las ganancias y se
sancionó una nueva ley de riesgos del trabajo abiertamente pro patronal,
diseñada por la Unión Industrial Argentina. Todo esto en el marco de una
inflación del 25 % presente, negada por el gobierno quien reconoce solo el 8 %,
y con desacreditaciones presidenciales a quienes se oponen a su política, como
fue el caso de los docentes.
2.El otro gran
convocante la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) es una central sindical
particular, donde las afiliaciones, a diferencia de la CGT, son individuales.
Conformada ya hace varios años se proclama independiente de los partidos
políticos y del estado, con una fuerte influencia a nivel de los trabajadores
estatales, así como en algunos gremios importantes como docentes, neumáticos y
la importante filial metalúrgica de Villa Constitución. Últimamente ha sumado
importantes adhesiones e influencias a nivel de las explotaciones mineras
incorporando sus trabajadores a la sindicalización. La CTA fue el baluarte
principal de resistencia a las políticas neoliberales de los 90´s organizando
numerosas marchas nacionales contra la Pobreza a través del FRENAPO (Frente
Nacional contra la Pobreza) y sus dirigentes mantienen aún, a diferencia de sus
pares sindicales, un prestigio social ganado por la coherencia en la lucha y
con sus ideas. Fracturada desde 2011 ante lecturas diferentes con relación al
kirchnerismo, hoy existen dos CTA, una opositora, relacionada con el opositor
Frente de Acción Progresista y otra oficialista, integrante de Unidos y
Organizados a través de Nuevo Encuentro. La CTA opositora mantiene aquella línea
de trabajo mencionada en momentos en que seis de cada diez hogares argentinos
es pobre, cuando ocho de cada 10 jóvenes menores de 30 años no saben lo que es
un trabajo estable, cuando en la provincia de Buenos Aires 6 de cada 10
personas que están en la cárcel son jóvenes menores de 25 años, es decir en
tiempos donde prevalece un crecimiento del castigo a la pobreza y a la
juventud.
3.Frente a una
perspectiva de disminución de la actividad económica, de la pérdida del doble
superávit gemelo y de los efectos de la crisis mundial sobre la economía
nacional, la conflictividad social se presentaba como un horizonte inevitable.
Asentada en la legitimidad electoral del 54 % de los votos, Cristina Kirchner
dio un golpe de timón en sus acuerdos y alianzas alejándose de Moyano y
recostándose sobre el ala más conciliadora y entreguista de la burocracia
sindical, los llamados "Gordos", en otros tiempos apoyatura del
menemismo y de las políticas neoliberales. El Ministerio de Trabajo convalidó
la división de la CGT, reconoció a la CGT de los "Gordos" y
desconoció la CGT de Moyano. Paralelamente el cristinismo motorizaba la
re-relección presidencial bajo el paraguas de una "necesaria" reforma
constitucional que aggiornara la constitución a los nuevos tiempos políticos.
Desconfiando del aparato del Partido Justicialista Cristina de Kirchner fogoneó
la unidad de las organizaciones más afines al corazón cristinista bajo Unidos y
Organizados, que cobija a su hijo predilecto La Campora. Pero los hechos de
estos días nos dicen que estas medidas no alcanzaron, fracasaron o se han
debilitado sobremanera.
Cierto es que la Presidenta manejó
la relación con el camionero durante la campaña por su reelección teniéndolo a
raya, sin atender sus reclamos corporativos ni políticos (confección de las
listas de diputados nacionales y provinciales), ganando puntos frente a una
clase media reacia a convalidar a las burocracias sindicales largamente
apoltronadas en los sillones de los sindicatos y devenidas en empresarias,
mientras transmitía que el suyo seguiría siendo un gobierno “de los de abajo”.
Fue así que logró sumar al voto popular, el de amplios sectores medios.
4. Lo novedoso es que la jornada de lucha fue
acompañada de manera activa por sectores muy variados. Además de las
organizaciones y federaciones cercanas a la CTA opositora -Federación Agraria
Argentina, y la Federación Universitaria Argentina-, participaron sectores
ligados a los movimientos de desocupados como la Corriente Sindical Combativa,
Barrios de Pie y MST Teresa Vive . Se pudo distinguir en los piquetes distintos grupos de izquierda que se
movilizaron, entre ellos partidos y organizaciones políticas y sociales, juntas
internas, corrientes sindicales y centros de estudiantes, entre otros. Su
composición social fue diferente a la expresada en la movilización del 8 de
noviembre que transparentó una fuerte intervención de la clase media. La
contundente adhesión al paro se expresó en la fuerza manifestada aún en gremios
oficialistas, donde los trabajadores
consiguieron romper el cerco de los aparatos sindicales en fábricas, talleres y
oficinas, como fue el caso de la línea B del subte, varias fábricas de
alimentación como Pepsico y Stani, y gráficas como Donnelley, WorldColor y
Print Pack, así como en el gremio docente de Provincia de Buenos Aires manejado
por la CTA oficialista, por sólo nombrar algunas. Aunque también debemos decir
que afectó más al sector de servicios que al de la clásica producción fordista.
Sintomático resulta el malestar manifestado por los trabajadores del
estatal Canal 7 ante la censura de sus
autoridades para hacer público su
acuerdo con las consignas de la huelga del 20N. En este caso el nudo del
conflicto es la gestión de La Cámpora y su desmesurada obsesión por la
vigilancia ideológica y el control de la información así como la cobertura de
sus militantes en todos los puestos del Canal. Toda una obsesión del
cristinismo para formar esa burocracia orgánica de estado acrítica, creada y
organizada desde el poder. El gobierno, así como la CTA oficialista, intentaron
minimizar la contundencia del paro achacándolo antes a los piquetes que
impidieron el libre tránsito, que a la decisión de los propios trabajadores.
Cristina Kirchner fue más allá: habló de "chantajes y aprietes",
lenguaje propio de una derecha vernácula a la que el gobierno dice combatir,
con invocaciones a la remanida "libertad de trabajo", mientras se
subía al podio con un "a mí no me van a correr". Los piquetes y
bloqueos jugaron un rol importante, pero las reivindicaciones levantadas
expresan intereses inmediatos con demandas concretas que incorporan a amplios sectores
de trabajadores que trascienden las organizaciones convocantes. Esta es
probablemente la razón de porqué tuvo tal amplitud.
5.Si algo
caracteriza la actual situación es su “evitabilidad”: se trata, al menos, en su
mayor parte, de consecuencias de decisiones presidenciales, de “errores no
forzados” que ha cometido el gobierno.
¿Cómo dar cuenta sino de la coyuntura política, inimaginable hace 12
meses? Impensable en esa época que Cristina Kirchner lidiara con los problemas
de hoy, en especial el clima social adverso y más todavía con una protesta
social en ascenso. ¿Cómo y por qué alguien pudo equivocarse tanto en tan poco
tiempo?
Parte del problema es que Cristina
Kirchner se volvió víctima de su propio éxito: interpretó muy mal su triunfo
del año pasado, creyó que los votos conseguidos le daban la razón en todo y ya
nada le impediría “sacar de la cancha” a sus adversarios. Tras la elección, en vez de ajustar el juego, probado en la práctica previa a las
elecciones para lubricar el giro que inevitablemente debía hacer en la política
económica, y que implicaba reducir al menos algunos beneficios e incrementar
algunos impuestos, Cristina cambió drásticamente de actitud: quiso usar el 54%
para hacer a un lado sin miramientos a los que la desafiaran o pretendieran
seguir ejerciendo un poder autónomo; emprendió guerras destructivas contra el
gobernador de la Provincia de Buenos Aires Scioli, posible presidenciable y contra
Moyano, entre otros, sin incorporar en estas batallas el deterioro social que
se producía ante una economía que se estancaba afectando a la producción, el
empleo y el salario. Fracasó en aislar y liquidar a Moyano en los primeros seis
meses; tampoco acertó con sus nuevos aliados sindicales (se habla de
acercamientos de la CGT oficial con la CGT Moyano en estos días luego de la
contundencia del paro). El humor social de estos días cuestiona la posibilidad
de la re-reelección, fundamentalmente luego del 8N, electorado movilizado del
que necesita en las elecciones del próximo año de persistir en la reforma
constitucional que la habilite para un nuevo mandato. No resulta entonces
extraño que afloren los temores paranoicos ante la “pérdida del control de la calle”
traducidos en las "amenazas de una conspiración destituyente”. Fuera de
CFK, el kirchnerismo carece de alternativa presidencial para las elecciones del
2015. El sistema de alternancia, pensado entre Néstor y Cristina, murió junto
con Kirchner. Cierto es que faltan tres años, pero el peronismo es también
implacable en su accionar. Si la alternativa re-reeleccionaria queda descartada
se abrirá inmediatamente la lucha por la sucesión y esto, conociendo su
historia, generará de manera inmediata un vacío de poder y enorme diáspora de
fieles y aliados oficialistas hasta el día anterior. Si hay alguien que conoce
estos movimientos es el propio gobierno. Por ello la urgencia que tiene para
recuperar protagonismo y marcar la agenda.
6.¿Qué futuro
posible ante las últimas movilizaciones, 8N y 20N? Tal vez estemos en los comienzos
de un nuevo escenario político. Lo que está realmente en disputa va más allá de
las demandas legítimas de los trabajadores del 20 N. Está en juego el curso
futuro de la situación política y del propio gobierno. La combinación de la
emergencia de los límites del neo-desarrollismo, del impacto del 8N y de la
ofensiva lanzada en estos días por los fondos buitres y la justicia americana,
ha colocado al gobierno a la defensiva, en un estado de relativa debilidad. Carente
de reflejos solo atinó a descalificar los reclamos y rechazar las resoluciones
de la justicia estadounidense.
Pero también
está en juego el apostar a la construcción de una nueva alternativa que supere
las dicotomías planteadas: o modelo con inclusión social o vuelta a los 90's
para algunos; la necesidad de recrear el viejo welfare de bienestar, para
otros.
Cierto es que
muchos quienes se movilizaron son trabajadores formales. Que las centrales
sindicales que convocaron al paro representan y defienden casi exclusivamente a
los trabajadores formales, cuando mucho los informales, con escasa o nula
presencia de los desempleados y precarizados pobres. Lo paradójico es que también hubo desocupados e informales y
precarios en los piquetes y plegados a la medida de fuerza. Y que el trabajo
informal representa hoy, a pesar de las altas tasas de crecimiento de los
últimos diez años, casi el 40 % de la fuerza de trabajo empleada. Lo que la
izquierda y los sectores más progresistas del sindicalismo argentino, como la
CTA, no alcanzan a visualizar son los cambios producidos en el capitalismo del
nuevo siglo. Si bien dimensionan la necesidad de superar el workfare instalado
con fuerza desde el 2001 y continuado por el kirchnerismo, permanecen atados al
viejo welfare fordista dejando de lado la necesidad de construir un welfare de
nuevo tipo. Que reconozca la auto organización social y su fuerza creativa para
producir riquezas en el capitalismo cognitivo; que dé cuenta de la nueva forma
de producir, que valorice la importancia del conocimiento e incorpore la nueva
forma de explotación del capital. La crisis del capitalismo financiero que se
despliega desde hace ya casi treinta años a nivel global es el espejo de la
crisis de la relación capital trabajo que signó el régimen fordista de
acumulación y la transición hacia un nuevo capitalismo caracterizado por la
centralidad de la renta con respecto a
las variables "reales" de la economía o sea el salario, el precio y
la ganancia. Donde la autonomización de las finanzas con respecto a la economía
real es la otra cara de la autonomización del capital de la relación directa
entre capital y trabajo asalariado, proceso donde el capital busca ahora
controlar la propia vida en la medida que es la vida misma la que es puesta a
trabajar. Donde la acumulación del capital se efectúa ahora por medio de la
exclusión, de la explotación no remunerada de la vida, promoviendo una desocupación
activa. Se efectúa igualmente a través de la generalización de la relación
deuda/crédito al interior del ciclo de vida del capital y de la fuerza de
trabajo, donde, al decir de Lazzarato, el capitalismo financiero no es más que
una enorme fábrica de producción del hombre endeudado.
7.Se trata de
trabajar por la reapropiación del proceso de producción es decir de la auto
organización social y su fuerza
creativa, de las nuevas formas de vivir y de la producción de riquezas. Se
trata de la construcción de un welfare
que vaya más allá tanto del estatalismo burocrático, parasitario y
corrupto, como del individualismo propietario y corporativo asentado en el goce
de la renta individual alcanzada. El enorme desafío es pensar la independencia
y la auto determinación de las singularidades excluidas de toda ciudadanía,
precarizadas, desocupadas, desempleadas y condenados a la construcción de
empresas autónomas productoras de pobreza y miseria sometidas a los efectos
devastadores de la permanente crisis depresiva del capitalismo financiero. Se
trata de ser contemporáneamente radical en las propuestas, innovativos en la
construcción de pragmáticas coaliciones sociales que definan ellas las nuevas
alianzas que construyan una nueva ciudadanía activa asentada en la posibilidad
del accionar conjunto de las múltiples singularidades aunque sin ser
necesariamente idénticas.
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