Santiago Arcos (Chil-Ar)
“¡Que broten mil flores en
el terreno que la destrucción capitalista pretende minar! ¡Que mil máquinas de
vida, de arte, de solidaridad y de acción barran la arrogancia estúpida y
esclerótica de las viejas organizaciones! Qué importa si el movimiento
tropieza con su propia inmadurez, con su «espontaneismo» - al final su potencia
de expresión se verá reforzada. Sin darse cuenta siquiera, y pese a la amplitud
de los movimientos moleculares que le agitan, las líneas de cristalización
organizativa que se ponen en marcha se orientan en el sentido de las nuevas
subjetividades colectivas.”[1]
Los días recién pasados las calles de Santiago de Chile vieron,
nuevamente, desfilar a más de 100 mil estudiantes de escuelas secundarias y de universidades
públicas y privadas, aunados en una nueva marea humana que lucha contra el
lucro en la educación chilena, y lo que es más importante por la gratuidad de
la educación, como una consigna anticapitalista que no puede ser recuperada por
el gobierno de turno.
Pero, cuales son las características
que vienen a hacer la diferencia entre estas movilizaciones y las del año
pasado? Las ocupaciones de los liceos de enseñanza secundaria han vuelto a ser
la vanguardia de esta lucha, estableciendo instituciones del común, auto-enseñanza,
gestión y administración, en algunos casos de sus establecimientos, asambleas
que funcionan para el gobierno de sí mismos como una comunidad en lucha pero
que se mantiene con el correr del tiempo, todas prácticas que van conformando
en la subjetividad de los sublevados una nueva manera de vivir, vivir y
convivir en común.
Desde las asambleas de los estudiantes
secundarios vemos la voluntad del común de establecer un welfare universal, por
lo menos en lo que a educación se refiere, estableciendo un programa de lucha
que contempla la administración por la comunidad de la enseñanza, desde la escuela
primaria hasta la universidad. Esta propuesta también contempla la gestión por
las comunidades de los programas de educación, estableciendo por primera vez,
desde las primeras luchas estudiantiles (año 2001 y 2006), conscientemente su
anticapitlismo, o proponiendo Consejos Escolares Resolutivos por comuna
(división territorial administrativa), todas estas propuestas conllevan,
además, un proyecto social intrínseco, los estudiantes secundarios chilenos han
comenzado a comprender que dentro del capitalismo no conseguirán nada, y es por
eso que se plantean un cambio estructural de la sociedad en su conjunto.
Dentro de este marco existen dos
organizaciones de estudiantes secundarios, que si bien marchan juntos, difieren
en cuanto a lo que hemos llamado el programa. La ACES (Asamblea Coordinadora de
Estudiantes Secundarios) y que es la que ha llevado adelante una política de
asambleas y de gestión del común a partir del deseo de los estudiantes.
Estableciendo una propuesta de gratuidad en todos los niveles de la educación y
de gestión, control y administración comunitaria de esta, buscando a otros
sectores de la sociedad para, en la política de lo social contra lo político,
establecer una alianza que vaya conformando un agenciamiento mayor, abierto a
la potencia de sus capacidades de organización. “Todo esto no para evitar la
violencia, sino para llegar al enfrentamiento violento organizado y capaz de
reunir a la sociedad que trabaja, a la sociedad que sufre, en la lucha.”[2]
Por otro lado existe la Cones (Coordinadora
Nacional de Estudiantes Secundarios) que mantiene una orgánica más burocrática
y controlada por el Partido Comunista, con una propuesta más bien
asistencialista y cuya base es mayoritariamente militante de las Juventudes
Comunistas.
Del lado de los estudiantes
universitarios, que en este caso son el vagón de cola de las movilizaciones y
del “programa” secundario, tenemos una orgánica anquilosada en su burocracia y
controlada, aun mayoritariamente, por los partidos, y por ende con intereses
corporativos que muchas veces son contrarios a las bases universitarias. Es así
como las nuevas dirigencias universitarias no hacen más que buscar los ángulos
a través de los cuales puedan negociar con el gobierno, a través del medir
fuerzas y llevar nuevamente al camino de la institucionalidad la discusión, no
buscando derrotar al gobierno, sino que en el camino de la negociación
ofrecerse a resguardar el orden en las marchas, coordinándose con la policía,
para que el enfrentamiento no se produzca.[3]
La Fech, ahora comandada por Gabriel
Boric, militante de Izquierda Autónoma, no es la excepción a la regla, mantiene
la misma política de marchas multitudinarias, que en su origen son decididas
entre las cuatro paredes de los consejos de la Confederación de Estudiantes de
Chile (entidad que aglutina a todas las federaciones de universidades públicas
y ahora también algunas privadas), arreando la fuerza de la movilización hacia
las políticas que mantiene Izquierda Autónoma: “Estamos en la apuesta por
constituirnos como un referente nacional, como una nueva
alternativa política que dé cuenta del malestar que existe en las calles y que
no se siente representado por el eje derecha-Concertación”[4]…La lectura que podemos
hacer de esa frase “referente nacional” es la de constituirse en un movimiento
hegemónico con “vocación de poder”[5] y que se transforme en el director del poder
constituyente del común, expropiando al mismo tiempo dicha constitución del
común, en otras palabras es un ofrecimiento para gobernar y administrar de
mejor manera los recursos que el capitalismo cognitivo ha destinado para la
educación de la fuerza de trabajo y al mismo tiempo convertirse en los
“representantes” del común.
Boric, ha sostenido en reiteradas
ocasiones que “lo que nosotros tenemos
que hacer es crear poder popular y fortalecer el tejido social chileno”[6], manteniendo de que es la
vanguardia, o el partido quienes “recomponen” al movimiento social, Izquierda Autónoma,
al igual que el Partido Comunista busca dirigir el movimiento social para
entramparlo en su itinerario político, cosa que en el Chile subsumido no es
difícil de lograr, además de buscar una constante de dialogo con la
institucionalidad, “debemos construir nuestras propias propuestas para
presentárselas a la institucionalidad”[7], buscando un espacio para
insertarse en el dialogo con los poderes del estado, sin pasar por el dialogo
con las asambleas de estudiantes, y de este modo transformarse en un ente
político capaz de referirse a sí mismo como alternativa de poder ante el estado.
Cabe señalar que el movimiento, al dia
de hoy, ha logrado sortear a las direcciones y mantener la lógica de sus
propios derroteros, manteniendo una forma de politización que combina dos
elementos, el que mantiene que es el Estado el garante institucional y otro que
avanza en la constitución de una nueva forma de sociabilizar la protesta por
medio de las asambleas.
Es evidente que la corriente estatista
y burocrática de las izquierdas presentes en la Confech hasta ahora han
conseguido por arte de magia colocar sus propuestas, a sabiendas del fuerte rechazo a los partidos, que viene desde las
bases estudiantiles. Han logrado trasvestir la indignación y las posibilidades
del movimiento desde abajo en una “autonomía” totalmente desfigurada, que solo
se mantiene en el discurso para desdoblarse en las practicas llevando en, esa
dinámica, al movimiento a un acuerdo con el Estado. En este “método” tratan de
conformar la reconstitución de organismos partididarios, cosa que algunos, como
Izquierda Autónoma, no declaran abiertamente, ya que las bases han mostrado una
fuerte y abierta aversión a los aparatos partidarios, y la otra es el estatismo
como solución a los problemas estratégicos.
En la política del Confech lo que
esta en juego es como desvirtuar y negociar con la autonomía estudiantil, negociando
entre sus componentes, la totalidad de sus miembros pertenece a la alianza
PC-Concertación, y la otra mitad esta compuesta por grupos anarquistas,
trotskistas, ciertos grupos que se reclaman, aun, del maoísmo o de cualquier
otra corriente estalinista y otros de raíz guevarista, y una corriente
“autonmista” que supedita lo social a lo politico, en este sector tenemos a los
colectivos Praxis, Izquierda Autónoma, Autonomistas, Arrebol, Fenapo e
Igualdad, a quienes se suman la Organización Comunista Libertaria con su frente
del FEL; todos tratando de capitalizar lo social. Dentro de este panorama se ha
ido dando el fortalecimiento de un ámbito autónomo, que se ha ido constituyendo
desde la base de las asambleas, en la democracia, abriendo, asi, un eje de
experimentación del hacer, desde los propios cuerpos, desde el deseo de los
sujetos sublevados.
Hoy se abre una posibilidad, que la movilización
estudiantil, con sus ocupaciones, con sus asambleas, con la practica de un elan
común, plantea el despliegue de la imaginación, de la innovación, de la
colaboración en torno a las luchas, acallando las banderas partidarias y sus
sectarismos.
Tenemos entonces entre los estudiantes,
y en la sociedad chilena en su conjunto, basta mirar los movimientos de
pobladores de Aysen, Freirina, los
pescadores artesanales, las comunidades que se oponen a la megamineria,
a las termoeléctricas y a la destrucción del medio ambiente , una enorme
potencia que los partidos y los grupos que dicen que “no son” buscan dirigir y
“acarrear” y una multitud que ya no teme sublevarse, dispuesta a gestionar
desde si misma, desde su deseo, y proyectar
junto al colectivo de los que luchan su potencia constituyente en el hacer.
El poder-sobre es el término de la autonomía
e instala la interdicción del deseo, la producción de reglas por fuera del
sujeto. En nuestro concepto somos nosotros, el común, personas, seres humanos,
quienes organizamos la potencia y la proyectamos en la colaboración del hacer,
del producir para transformar. Y en ese despliegue reconocernos como sujetos.
En el estudiantado chileno, así como
en ciertos sectores de la sociedad que han iniciado su proceso de constitución
hay, hoy en dia, la riqueza del común, de la potencia que rompe con todo lo
viejo buscando destruir el orden de cosas actuales, constituyendo las nuevas
instituciones del común en la práctica cotidiana.
Los estudiantes chilenos, asi como los
canadienses, mexicanos, o las multitudes que poblaron Tahrir, Syntagma, Sol, y
que ahora pululan por los barrios de sus ciudades como esporas de subversión, nos proponen que busquemos en esa potencia las herramientas para trazar los mapas
de las luchas, y las asociaciones que el común construye en torno a ellas,
haciendo, porque nada esta hecho, ni preconcebido
[1] Toni
Negri, Felix Guattari, Las verdades nómades & general intellect, podes
constituyente, comunismo. Edit.Akal, Madrid 1999, pag.73.
[2] Toni Negri,
Conversación de Toni Negri con los estudiantes en Casa Central, Univ de Chile,
Santiago, Chile, Octubre 2011.
[3] http://www.emol.com/noticias/nacional/2012/08/24/557328/confech.html
[4]
Entrevista a Gabriel Boric, presidente de la Federacion de estudiantes de la
Universidad de Chile, militante de izquierda Autonoma. Radio Universidad de
Chile. Diciembre 11, 2011. http://radio.uchile.cl/noticias/133054/
[5] Ídem.
[6] Gabriel
Boric en http://vistasdepunto.blogspot.com junio 27 2012
[7] Idem.
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